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Y, ciertamente, la llevó a lugares inimaginables. Cada lugar más precioso e impactante que el anterior. El duende estaba muy entretenido con aquella humana de aspecto terrorífico. Contaba sobre su vida y entre eso que se convertiría en el nuevo Líder si se casaban y tenían hijos. Ría Kim, muchas veces, no pudo aguantar la risa por las anécdotas tan llamativas del bello y tierno Esteban. Le explicaba sobre los verdaderos orígenes de los animales exóticos que veían caminar o volar, que en cierto modo son muy diferentes de como todos creen. Para él, era extraño ver reír a Ría Kim tan sonrojada ya que cuando la conoció creyó que sería siempre apagada, seria y sumisa. Y estaba enamorándose cada vez más, aún si solo llevaba conociéndola ese día. En cambio, la humana no se ilusionaba tanto porque nunca antes había tenido una relación amorosa y no sabía cómo llevar las cosas; pero, por otro lado, disfrutaba esos momentos.

Ya con los últimos rayos del sol, llegaron hasta un último lugar (Pero no el último en el recorrido, el tiempo no alcanzaba) Este era un camino con árboles de ciruelos completamente rosados, sus pétalos caían en un río de color celeste, tan espeso y turbio como ningún otro, ni el reflejo del pájaro que haya volado más cerca podía reflejarse en sus aguas. Ría Kim caminaba al lado de Esteban con su cabeza agachada mirando siempre el río celeste con los pétalos rosados que pasaban frente a sus escondidos ojos. Llegaron hasta una antigua banca de cristal, con llamativas luces moradas y amarillas que el sol de la tarde hacía reflejar con sus apagadas luces  fuertes y penetrantes, allí se sentaron contemplando aquel majestuoso paisaje de la naturaleza indómita y salvaje, escondida en todo momento de los humanos y sus siniestras intenciones.

-Ningún humano ha logrado encontrar este lugar, es imposible de ver, caminar o simplemente sentir-.le decía mientras ponía su brazo alrededor del cuello de Ría Kim. Ella le miró. Ambos se miraron. La humana sonrió como nunca antes lo había hecho con otra persona e hizo que un duende pudiera ruborizarse por primera vez, tocándole el corazón, la mente y los sentimientos. El primer paso entre ellos es el encuentro del amor que, sin siquiera conocerse bien, han de darse cuenta cuanto es lo que se deseaban y lo que se puede sentir. Solos y sin hablarse, ya investigaron todo su mundo y su vida. Es imposible que se separen si siguen siempre sin dificultades.

-No desearía que descubrieran esto-desvió la sutil mirada de sonrojo hacía el hombro de aquel muchacho encantador y atractivo.

-Y vieras lo bien que los protegemos...-Sonrió Esteban sin saber mucho de que estaba hablando, sus impulsos le obligaban a perderse en la mente azotada de todo su sistema.

-Deben protegerlos muy bien, b-bien...- fue lo último que Ría Kim pudo decir antes de que Esteban le besara. Le apretó el poleron añejo  y este le apretó las manos, estaba temblando-Te dije que te amaba de verdad.

-Verás que no te creo...-le dijo Ría Kim. Esteban le beso las manos.-Te amo... Ría Kim- le besó el cuello-... Ría Kim...-le besó en la boca, pero esta vez no podía controlarse-Ría Kim...- le repetía sonriendo, como si fuera una burla el repetir el nombre de la muchacha. Ella le apartó un poco. -Solo dime Ría- dijo nerviosa

-¿Ría?-

-Sí, solo Ría-desvió la mirada sonrojada y seria. Sin controlar su cabeza.

-Ría, ¿Tienes hambre?-la acercó a su pecho, allí puso su cabeza encima de la cabeza de Ría Kim.

-Si...-dijo ella con su rostro caliente, pero con una expresión triste como siempre.

-Extiende tu mano-Le propuso. Ella obedeció. Esteban sacó de su cintura, en un cinturón con miles de cosas extrañas,  una botella que contenía un líquido morado, la abrió y dejó caer un poco de ese líquido en la mano de Ría. De a poco se fue transformando en una saludable, roja y madura manzana.-Nosotros no comemos cosas que no vengan de la naturaleza a lo máximo, de lo que nos preparan las brujas, tal vez es extraño, porque yo creo que no conoces nuestra sociedad y supongo que no sabías nada de esto, los humanos han llevado a ocultar todo lo que resulta imposible a sus ojos, porque no quieren sentirse menores y atemorizados, aunque, como un humano, siempre tengo miedo...-

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