capitulo 3

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Instintivamente, ya que su corazón latía apresurado, Serena se llevó una mano al pecho.

Al verla, la expresión del conde se alteró.

-Disculpe, no era mi intención asustarla.

Ella no respondió y él continuó diciendo:

-No tengo excusa, pero tal vez sea lo bastante generosa para intentar comprender.

-Me... me gustaría hacerlo -susurró Serena con voz débil y titubeante-; sin embargo, no... era mi... intención... indignarlo.

-Le juro que lo lamento mucho -se disculpó el conde-. Por favor, siéntese y trataré de explicarle.

Como sentía que sus piernas ya no podían sostenerla, Serena se sentó en el sofá más cercano.

El conde se mantuvo de pie frente a la chimenea.

Serena observó que, igual que en el vestíbulo, las cenizas del fuego no se habían limpiado y los implementos estaban sin pulir.

-Cuando hace un mes regresé de Francia -empezó a decir el conde-, encontré mi casa convertida en este caos.

- ¿Estuvo usted en Francia? -lo interrumpió Serena.

-Con el ejército. Luché contra Napoleón durante seis años y, después de Waterloo, el duque de Wellington insistió en que permaneciera yo con él en el Ejército de Ocupación.

Serena lo escuchaba mientras pensaba en cuánta gente había sufrido a causa de la guerra.

-Dejé a mi primo a cargo de la casa -continuó el conde-. Es mayor que yo y pensé que podría confiar en él.

-Sin embargo, él... lo traicionó.

-Así es, y en lugar de cuidarlo todo hasta mi regreso, dejó el lugar tal como lo ve usted ahora.

- ¿Cómo pudo hacer tal cosa? -preguntó Serena.

-Supongo que fue ingenuidad de mi parte no advertir que se sentía celoso de mí porque ocupo la posición que desea para sí.

-No puede ser tan... malvado... así...

-Es peor, mucho peor. ¡No sólo dejó que la casa casi se me caiga encima, sino que también descuidó por completo a los pensionados, a los granjeros y, por supuesto, ¡a mis animales!

La voz del conde se suavizó al mencionar su zoológico.

-Cuando yo los vi pensé que se veían bien alimentados y sanos -comentó Serena.

La amargura se intensificó en la voz del conde al responder:

-Dos hombres permanecieron leales a mí, los que dejé a cargo del zoológico. Cuando se acabó el dinero cazaron a los ciervos del bosque.

Aspiró hondo y agregó:

-Y ahora se han acabado también.

-Así que, por eso organiza un circo.

-Es mi último intento desesperado por salvar a mis animales. De lo contrario, tendrán que ser sacrificados.

Serena lanzó un grito de protesta.

- ¡Oh, no, eso no debe suceder!

-Todo depende de cuánto consiga con mi muy especial y más caro circo que se haya presentado jamás.

Se sentó en una silla cerca de ella antes de agregar.

-Es una empresa arriesgada, aunque por mucho dinero que consiga, no será suficiente.

Amor en el circo(Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora