capitulo 2

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Recorrieron un buen tramo en silencio.

Serena repasaba en su mente lo que llevaba consigo, preguntándose si no había dejado algo importante.

No había olvidado la carta de los abogados; la abrió antes de empezar a empacar su ropa, más al darse cuenta de que era muy larga, consideró no contar con tiempo para leerla.

Tiempo era lo único que ella no tenía. Debía encontrarse muy lejos de su casa cuando Sir Diamante regresara de Canterbury.

Así que guardó la carta entre su ropa y añadió varias hojas de papel con el escudo de su padre y varios sobres.

Sabía que tenía que pensar con mucho cuidado la respuesta.

Abrigaba el temor de que, con alguna artimaña, su madrastra se apoderara de su fortuna.

Esto la hizo decidir que sería conveniente informar a su padre de su partida. Escribió:

Querido papá:

Voy a pasar unos días con unas amistades. Como no tengo deseos de discutir al respecto, no avisé a mi madrastra, sino sólo a ti.

Estaré recordándote y espero que te sientas mejor a mi regreso.

Con el cariño de tu hija,

Serena.

Metió la nota en un sobre y la dejó sobre una mesa del corredor.

Sabía que el mayordomo o alguna doncella la entregaría a su padre cuando éste despertara.

Ahora que cabalgaba junto a Artemis rumbo a lo desconocido, esperaba haber pensado en todo.

Habría una conmoción cuando su madrastra descubriera que había desaparecido.

Normalmente, Esmeralda se habría alegrado de deshacerse de ella.

Sin embargo, en las circunstancias actuales y cuando Sir Diamante regresara triunfante llevando la Licencia Especial, no habría novia.

Como si sólo pensar en ello le provocara temor, Serena acelero el paso de su caballo.

Dos horas más tarde estaban a bastantes kilómetros de la casa.

Serena empezaba a sentir apetito y supuso que también lo tendría Artemis.

— ¿En dónde nos detendremos para almorzar? —preguntó.

—Hay una aldea cerca de aquí, señorita Serena —respondió él—, y tendrán cuando menos pan y queso.

—Estoy dispuesta a comer cualquier cosa siempre y cuando no nos lleve mucho tiempo

—sonrió la muchacha.

Menos de un kilómetro más adelante llegaron a una pintoresca posada situada en las orillas de una aldea.

Se dirigieron al patio trasero, donde consideraron que estarían las caballerizas.

Serena desmontó y Artemis tomó a Dragonfly de la rienda, mientras sugería:

—Quizá sea mejor que se siente usted a esperar afuera, para evitar que hagan preguntas.

Serena lo consideró pertinente.

Tomó asiento sobre un banco que daba hacia la campiña y que tenía enfrente una mesa.

Supuso que sería donde, por las noches, los aldeanos se sentaban a beber después de terminadas sus labores. Ahora no había nadie, más que ella.

Artemis llevó el almuerzo, consistente en una hogaza de pan recién horneado, una barra de mantequilla y un queso grande.

También incluyó pepinillos en vinagre, que explicó había preparado la esposa del posadero.

Amor en el circo(Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora