La verdad es que estaba tan jodidamente feliz al bajar a desayunar esa sombría mañana que casi me auto-proclamaba el protagonista de la mejor de las series.
Por supuesto, use su camiseta debajo del uniforme de invierno del club, y bajé enseñándole mis dientes al aire.
No me importaba si nadie lo notaba, yo simplemente era feliz.
Bajé con el bolso en el hombro, dispuesto a irme de inmediato (incluso considerando que faltaba todavía media hora para que le práctica comience).
Al pasar por al lado de la mesa de la cocina me robé una tostada, obteniendo una mirada confundida de parte de mamá y un par de brazos cruzados.
Desde luego, sabía que era su cara de "jovencito, date vuelta y dale los buenos días a tu mamá" (lo cual, por supuesto, hice ni bien noté la manera en que sus ojos casi me disparaban lásers.)
Me acerqué y la abracé distraídamente mientras llevaba el pedazo de pan medio quemado hasta mi boca por detrás de su espalda. Al separarnos me miró fijo e indagó "¿Hacia dónde va tan temprano mi sapito?"
"Ash mamá" me quejé, alejándome de ella que pareció no comprender por qué. Hice esa seña con las manos a los costados de 'ya deberías saberlo' y me dejé caer sobre una silla frente a la mesada de la cocina "¡Sabes cuánto detesto eso de sapito!"
"Bueno bueno lo siento" sonrió maliciosamente y la miré por el rabillo del ojo. Se volteó para seguir cocinando. "Como sea, ¿a dónde vas no-sapito?"
"Oh, cierto" me levanté "solo, ya sabes, a entrenar" le regalé una amplia sonrisa, y comprendí por su ceja alzada lo sorprendida que estaba del entusiasmo con que me dirigía a las prácticas.
Desde luego, ella no sabía nada de los golpes que yo recibía.
No podía saberlo.
No podía dejarla saber.
Por eso eran los buzos grandes y las sudaderas largas y el cerrojo en la puerta de la habitación.
Por Dios, ella ya tenía suficientes problemas como para que yo le sumase uno más.
Además del hecho de que el idiota de Zayn, el capitán de mi equipo, ya me tenía bastante amenazado con cortarme los dedos y hacérmelos comer si se me ocurría hablar.
Suspiré y me aproximé hacia mi progenitora, tomando su mano entre mis nudillos duros, recubierta por esa tersa piel que alguna vez fue tan suave como la mía, y sobre ella deposité un beso con estos resecos labios que aun poseo.
Le brindé una cansada última sonrisa, soltando su palma, y ella la devolvió de forma tan nostálgica que sentí mi alma dejar mi cuerpo por un momento.
Yo estaba consciente cuánto ella había luchado. De cuanto ha sufrido y remado a contracorriente para darme todo lo que alguna vez tuve.
Salí por la puerta, batiendo lejos de mi cabeza cualquier idea pesimista que pudiese atormentarla, centrándome nada más que en mi extrema alegría de tener, aunque sea solo por un día, la ilusión de importarle a alguien.
Y claro que yo estaba consciente de que Louis William Tomlinson se olvidaría de mi existencia después de la primera cerveza de esa misma noche, pero también lo estaba de que se había tomado la molestia de contestar mi mensaje, de escuchar mi lamento, de atender mi dolor.
Incluso si él solo fingía interés o únicamente quería probarse algo o probármelo a mí.
Incluso si no era más que otro futbolista medio borracho, machista y seductor, que mete la polla en cualquier agujero que encuentra.
O si era un hombre mediatizado que solo quería tener más fama haciendo un poco de caridad con el fracasado del equipo al que todos golpean.
No me importaba.
Él era Louis Tomlinson, por el amor de Cristo. Le pagaría millones de dólares solamente para que me rompiese el corazón.
Con todo esto (y muchísimo más) en mente, choqué contra una plaza municipal, y decidí sentarme bajo los sauces un rato.
En principio solo reposé sobre el pasto pacíficamente, respirando con intensidad, rememorando todas las cosas que la profesora de yoga de mi madre decía cuando ella me obligaba a acompañarla a las clases.
Todo sobre estar en armonía, sobre saberse a uno mismo sobre la Tierra.
Como todo estaba relacionado con todo, y tú y yo somos la misma persona en cuerpos diferentes.
Así medité y medité hasta caer dormido, sentado con los labios apenas curvados en u y los hombros caídos acompañando a la frente, sobre la cual caían tantos rulos que se sumió en sombras.
El llanto de un niño que era privado de un algodón de azúcar por su abuela, vaya a saber uno cuánto después, me despertó.
Corriendo el cabello de mi cara me aventé desesperado hacia el camino, rezando porque no se haya hecho tarde para la hora de la práctica.
Pero soy Harry Styles ¿Saben? Y claro que se me hizo tarde.
Claro que el entrenador casi me expulsa, dándome su discurso de "Tú no eres tan bueno como los otros, no puedes darte el lujo de perderte la mitad de la práctica."
Y claro que recibí una paliza cuando ese sermón terminó.
Y claro que Louis Tomlinson no se presentó para ayudarme entonces.
Ni siquiera me dejó un mensaje.
Ni siquiera llamó esa noche.
Claro que no lo hizo, porque por favor ¿por qué siquiera pensé que yo le interesaba un poco?
Claro que todas las cosas malas que podrían pasarle a alguien el mismo día, me pasaron a mí.
Oh sí.
Claro que me robaron la mochila de camino a casa y terminé volviendo más tarde de lo usual por lo que (claro) mi madre me castigó.
Y sí, claro que levanté temblando las mangas de mi sudadera una vez más, con lágrimas en los ojos, y tomé la vieja navaja que escondía en el cajón porque era lo único que podía hacerme sentir mejor entonces.
Ni siquiera mejor.
Tan solo peor.
Todo me hacía sentir peor.
Incluyendo respirar.
Pero pensar en ese ardor picante de la sangre chorreando desde mis venas hasta el piso era millones de veces más placentero que pensar en el dolor que mis compañeros habían dejado en mis huesos, o lo que era peor, el que Lou había dejado en mi orgulloso corazón.
Y sé que había recibido golpizas antes. Y que había sido castigado antes. Y que ya me habían decepcionado (muchísimas veces) antes.
Pero sin importar cuánto te prepares, nunca estarás listo para esas sacudidas que la vida te da cuando menos te lo esperas.
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The Player - l.s.
Fanfiction¿Que harías si tu persona favorita en el mundo te decepciona? ¿Y si quisiera compensártelo enseñándote todo lo que sabe? Louis, un humilde y apuesto pero perdido futbolista de Doncaster, conoce a Harry, un simple y dulce fanático que le agradecería...