Cap.01 - Perdída

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Bajo una tarde moribunda, invadida por nubes grises refusilantes, Andrea, acababa de salir del colegio y se dirigía a su hogar caminando.
Mientras recorría por una de las calles de la ciudad, recién en ese momento, se dió cuenta de que no recordaba cómo volver a casa... Pero ¿Cómo es que una chica puede olvidarse de algo como eso? Simple, la cuestión era que hace apenas un mes se había mudado a aquella ciudad, a Murd-Door; ella estaba acostumbrada a ser llevada y traída del colegio a casa por su padre en automovil, pero un desprovisto en la salud de su abuela, quién sufría problemas cardiacos y tuvo un ataque al corazón, hizo que esta vez ella volviese a casa por sus propios medios, ya que papá se fue a verla urgentemente. A pesar de que hacia poco más de tres semanas que recorría el camino de la escuela a su hogar dos veces por día en auto, Andrea fue lo suficientemente despistada para no memorizar en absoluto cómo volver, y para colmo, su celular quedó muerto.
La muchachita caminó y caminó, completamente a la deriva, sin darse cuenta se había adentrado entre las partes más lugubres y menos transitadas de toda la ciudad. No veía cruzar a nadie, ni siquiera habían autos recorriendo el asfalto, tan solo era ella y un silencio sepulcral, tenso, entre edificios, casas y negocios cerrados. Ya casi había oscurecido por completo, unos cuantos truenos se hacían oír, estruendosos y ensordecedores.
-Bueno Andrea... pensá en algo ya...- se susurró para ella misma, quién estaba cada vez más alarmada, nerviosa y asustada a medida que el sol iba desapareciendo y el cielo se enegrecía en nubarrones que pronto desembocarían en una tormenta.
Ya muy cansada de la inutil caminata, la chica se sentó en uno de los escalones que habían en la entrada de una casa.
-Soy una estúpida... Soy una estúpida ¡Soy una estúpida!- se decía mientras se tapaba la cara con las manos, dispuesta a llorar de la histeria y desesperación.

Por allá, más lejos, él la miraba de forma inexpresiva... pero lentamente, una sonrísa obscena se le fue dibujando en el rostro...

Andrea, secandose los ojos, levantó la mirada, miró de izquierda a derecha, el ambiente estaba completamente desierto, no había señal de otro ser vivo, solo coches estacionados, repartidos por toda la calle, que se iluminaban junto con todo lo demas en consecuencia a que los relampagos del cielo que seguían tronando, despedían destellos cegadores que se hacían presentes por pequeños milisegundos y luego desaparecían; avisando que no faltaba mucho para la lluvia. Y cuando ella menos lo esperó, casualmente por una de las ezquinas, se apareció una cara conocida. De zapatillas modernas, jeanes oscuros y un poco ajustados, buso grís, sonrísa simpatica, tez morena y de pelo bastante largo, se acercaba Ivan. Andrea no tardó en reconocerlo, era un compañero de la escuela, no tenían una gran relación de amistad, pero se conocían y, ella, se sentía ligeramente atraída por él...
La chica bajó rápidamente la cabeza para disimular que no lo había visto. Pocos segundos despues escuchó cómo un sonido de pisadas se iba acercando, se detenía y le decían:
-Andy... ¿Sos vos?
En seguída ella levantó nuevamente la mirada, dejando ver su carita y respondió fingiendo sorpresa:
-¿Hum?... ¡Ah! Hola Ivan, cuanto me alegra verte.- al comprobar que realmente era él, la muchachita se sintió un poco aliviada.
- A mí también ¿Estás esperando a alguien?
-No...
-¿Y que andas haciendo, entonces?
-Siendo sincera...- Andrea suspiró resignada.- me perdí... mi telefono está completamente descargado y ni siquiera recuerdo la dirección de mi casa...
-Bueno... quiza eso se deba a que no llevas mucho tiempo en esta ciudad. ¡Que suerte la tuya! Sin batería en el celular y desorientada, hoy cuando se viene esta tormenta tan fuerte.
-Sí... no sé qué voy a hacer...- Andrea se sintió muy tonta al decír aquello ultimo, al oírse a sí misma, escuchaba una pequeña desprotegída con un cartel en el cuello que decía: Vení, secuestrame, estoy indefensa. Y esta postura no le gustaba para nada.
-Bueno... si vos queres, vamos a mi casa, cargamos tu celular y te contactas con tus padres, te vienen a buscar o te llevo yo en el auto de mi papá.- Le ofreció el muchacho.
-Agradecería mucho que hicieras esto por mí, pero no quiero causar molestias...- Andrea no estaba del todo segura, no se sentía muy confiada, pero ya conocía bastante a Ivan y sabía que era un bien chico de todos modos.
-Claro que no, ademas, mis padres no vuelven hasta muy tarde, van a trabajar horas extra.
-Okey... está bien.- afirmó sin mucha convicción.
-Bueno, mi casa queda a unas pocas cuadras más adelante, apuremosnos porque nos va a agarrar la lluvia.
Y así, ambos jovenes emprendieron el camino hacia la casa de Ivan.
-Me habías dicho que tenías... ¿16 años?- preguntó el muchacho.
-Sí, y vos tenes 17 ¿No?
-Está en lo correcto, señorita.
-Ay, pero cuanta educación tiene usted al hablar, señorito.
-Jajajaja- el chico dejó escapar risítas.- y ¿Dónde vivías antes de mudarte acá?
-en Greincott, bastante lejos de este lugar.
-Hm... he ido allá alguna vez, ahí tengo amigos ¿Y se mudaron por algúna razón?
-Eh... Te cuento...Desde que nací, vivimos en una casa grande, allá en Greincott, eramos mi mamá, mi papá, mis tres hermanos y yo. Cuando tenía como... 9 años más o menos, empezaron a haber problemas y peleas en mi casa, mis hermanos mayores, Kevin y Maira, se fueron a vivir a otro lado, nunca supe que pasó, pero ellos ya no tienen trato con nosotros desde que se fueron... y bueno, pasaron los años, a mamá... la mataron...- La voz de Andrea sonaba con pena y dolor... Articulaba las palabras más lento.
-Lo lamento de verdad...- la pena también invadió a Ivan.
-A los pocos meses... papá sintió miedo de que nos pasara algo y quiso mudarse, y acá estamos, en una casa más chiquita, él, Zoe mi hermana menor y yo.
-Ya veo...- El muchacho dedujo que pasó relativamente hace poco, sentía curiosidad por aquello, pero no quería preguntar para comprobarlo, así que lo dió porcentado y cerró el tema ahí.- ¿Y tu hermana qué edad tiene?
-13 ¿Vos no tenes hermanos?
-Sí, se llama Da...-El muchacho fue interrumpido por el estruendo de un trueno, seguido a eso, se oyó el grito de Andrea, quién se sobresaltó y se aferró de su brazo; inmediatamente despues de que el relampago cesó en silencio, lo soltó.
-¡Perdón! Yo... me asusté... no me gustan los truenos...-Aclaró avergonzada, mientras se le ruborizaban las mejillas.
-JAJAJA, no hay problema- Respondió riendo.- pero no es que el trueno te fuera a comer.
-Je-Je-Je, no es que el trueno te fuera a comer.- reparó Andrea, haciendose la lela.
De pronto, un velo de agua fría los cubrió, comenzó a llover a cantaros, se arremolinó un viento congelador y en cuestión de segundos, ya estaban practicamente empapados.
Ivan no la pasaba tan mal como Andrea, él tenía un chandal que lo mantenía bien abrigado, en cambio ella, que solo tenía la camisa blanca de mangas largas fina, que era parte del uniforme del colegio y una falda bordo, a cuadritos, fue víctima del frío total.
-¡Tomá!- Ivan se sacó el abrigo, debajo de este tenía una remera, mangas cortas, verde que le quedaba suelta y hasta un poco más abajo de la cintura.-¡Ponetelo y corramos ya!- advirtió esto, dandole el buso a la muchacha, y seguido a esto, se echó a correr.
Ella sin quedarse atrás, corrió tras él, mientras se ponía el chandal, sin quitarse la mochila, para cubrirla también.
En la corrida bajo la tormenta que debes en cuando hacía rugír un trueno, el chico tropezó al subir el cordón de la calle y estuvo a punto de caer. Andrea sin parar de correr, se reía a carcajadas, metida en el abrigo, en el cual, desde el momento que se lo puso, percibió el olor al muchacho, y le resultaba simplemente irresistible...
-¡Llegamos!- Anunció el joven, aproximandose al porton de una casa, Andrea la contempló, pudo aprecíar que, pasando el porton de rejas negras, había un amplio patio de cesped corto, y un sendero de piedras que terminaba en frente de una puerta de madera, de una casa grande, con cuatro ventanas delanteras, dos del piso de arriba, dos del piso de abajo, y un auto aparcado al lado de esta, bajo un techo. Todo el edificio era de un bonito color azúl, con los bordes de las ventanas blancas.
Ivan abrió la cerradura del porton, las puertas de este se apartaron, el chico dió media vuelta, miró a la muchacha y le dijo:
-Pase usted, señorita.- bajando la cabeza y extendiendo uno de sus brazos hacia la puerta, en forma de reverencia.
-Hm... gracias, gentíl caballero.- repuso ella, tomandose la falda con la punta de los dedos y levantandola, fingiendo un saludo.
Ambos entraron a la residencia entre risas.

Mientras tanto.. en un callejon oscuro cerca de donde estaban los chicos, él los miraba... ya no estaba solo...

El jovencito se adelantó y abrió la puerta con la llave, esta cedió.
Al entrar por la puerta principal de la casa, se entraba al living, una habitación de color blanco, bastante pequeña, con estanterías llenas de libros, una mesa ratona en el centro con tres sillones alrededor, dos individuales y uno familiar, en el lateral, había un televisor de pantalla plana en un pequeño aparador, con cientos de CDs y una consola
-¡Pero que lugar tan acogedor!- Exclamó ella al entras mientras él prendía la luz.
-Hm... no es tan "wow" pero tampoco tan "miau".- Bromeó el chico.
-jajajajaja¡me haces reír!- La dulce y contagiosa risa de Andrea llenó el lugar, Ivan le sonrió.
-Bueno... ya llegamos, es lindo no mojarse más.- dijo el muchacho, quitandose las zapatillas y los soquetes, avanzando hacia la puerta que había cruzando la habitacion.
-Sí... estoy toda mojada... tengo frío...y...¡Ay, el celular!- la señorita, que seguía parada junto a la puerta principal, se sacó el buso mojadisimo, luego la mochila, la abrió y con sumo cuidado sacó el telefono de ahí; estaba completamente seco e intacto, al igual que sus libros y su carpeta.- Fiuf... Se banca el agua de verdad esta mochila.- suspiró con alivió
-Ah, cierto.- Ivan se acercó al mueble donde estaba el televisor, abrió un cajón y extrajo un cargador.-Agarrelo, señorita.- Le.avisó mientras lo tiraba hacia ella. La muchachita lo atrapó en el aire.
-Ahí hay un tomacorriente, bajo la llave de luz.
La niña miró a la derecha y lo vió, lo conectó en el enchufe, despues el cargador al celular, y este respondió en seguida,vibrando y mostrando un dibujo que indicaba que estaba cargando. Dejó el celular en una mesita que había bajo el tomacorriente.
-Muchas gracias, Ivi.- agradeció y le regaló una sonrisa abrazadora.
-De nada, pequeña.
-No soy pequeña...

La Verdad Sobre La Familia ReinhardtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora