CAPÍTULO 4: Un mostruo

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(Tymvura)

Axel

El tono de mis padres denota la seriedad del asunto. Me hablan de mi niñez, pero esta vez no lo hacen para rememorar viejos tiempos, ni para recordar lo felices que fuimos.

Se callan.

Mi padre intenta articular palabras, que finalmente no consiguen salir de su boca. Es mi madre la que se atreve a empezar. Una vez que comienza, lo hace para cambiarme la vida para siempre. Ya no hay vuelta atrás.

Mi piel se eriza, estoy congelado. Creo que incluso me estoy mareando, y mis pies no aguantan mi peso. Acabo de escuchar a mi madre decir unas palabras que nunca creí poder escuchar: "No siempre has sido hijo único, Axel"

Esa oración se repite en mi cabeza una y otra vez, y aún así no me lo puedo creer. Esto no puede estar pasando.

-¿He vivido siempre en una mentira?- Una lágrima cae por mi mejilla y moja mi mano.

-No Axel, cariño. Tu hermano murió poco después de nacer. Érais una pareja preciosa. Él tenía el pelito rubio y tú castaño como tu madre. Pero había algo peculiar en vosotros.- Es de las pocas veces que veo llorar a mi padre- Vicky y yo lo pasamos realmente mal.

-Danton, tranquilo.- le dice mi madre mientras le acaricia el pelo.

Mi padre no puede decir nada más. Hunde la cabeza en sus manos e intenta que no le oigamos sollozar. No puede ser verdad. ¡No puede ser! No. Esto me supera.

-Tu padre creía que necesitabas saberlo.- Concluye ella.

En ese instante llaman a mi padre a su teléfono móvil. Se levanta y tras unos diez segundos se marcha sin decir nada.

Me quedo a solas con mi madre.

Pienso. No puedo parar de pensar. Y caigo en lo que ha dicho mi padre.

-Mamá. ¿Qué teníamos de peculiar él y yo?- Ahora tengo muchas preguntas y ella lo sabe.

-Erais muy parecidos, mellizos. Como ha dicho Danton él era rubio y tú castaño, pero tu hermano tenía una mecha escondida detrás de la oreja izquierda del mismo color de tu pelo.-

Me toco un mechón tras la oreja izquierda. Yo lo tengo rubio. La verdad es que nunca me había fijado demasiado en mi pequeño trozo de pelo. No le dí importancia. Y ahora tiene un significado. ¿Esto es lo único que me queda de mi hermano?

-¿Y por qué?-.

Cuando lo pregunto ella pone una cara extraña. Una que nunca he visto en ella. No me contesta.

Me doy cuenta de que tengo los puños apretados. Estoy cabreado. Muy cabreado. Mi mirada está perdida en algún pensamiento. Quiero desahogarme. Cuando los humanos existían tenían aparatos para pegar puñetazos, incluso deportes, pero en Tymvura toda clase de violencia está prohibida y castigada. Y yo ahora solo pienso en enfrentar mis puños contra una pared. Y bien fuerte. Quiero romper algo, y quiero hacerlo ya.

Mi madre me pide que me tranquilice, pero yo no quiero hacerlo. Se acerca un poco a mí e intenta calmarme. La empujo en cuanto me toca.

Vicky me mira con miedo. De momento mis puños se relajan y pruebo acercarme a ella, pero retrocede un par de pasos. Me tiene miedo. ¿Cómo he podido empujarla? ¿Qué he hecho?

Tengo que salir de aquí, y pronto. Subo deprisa a mi habitación y encuentro la mochila debajo de la cama. Empiezo a meter ropa hasta que es difícil de cerrar. Busco lo que tengo ahorrado y también lo cojo. Salgo corriendo hacia el coche, mi madre está justo donde la dejé. No creo que pueda volver a mirarla a los ojos. Me siento fatal. Definitivamente soy un monstruo. Un malvado monstruo.

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⏰ Última actualización: Feb 19, 2016 ⏰

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DOS MUNDOS: Un muro entre el bien y el malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora