Ninguno de los dos lo había hecho antes, y en los seis meses que llevaban juntos no se habían atrevido a dar el paso. Pero aquella tarde de febrero, el día en que cumplían los seis meses, ya lo habían planeado todo. Tampoco esperaban que fuera perfecto, pero querían vivir eso juntos y pertenecer completamente el uno al otro.
Los padres de Danny iban a salir a una comida con unos amigos, así que él se quedaría solo en la casa, y Kei llegaría temprano y tendrían la tarde para ellos, y quizá podría pasar la noche, si tenían suerte, y usarían la excusa de que no se habían visto en dos semanas. Era la mitad del invierno y el día había sido frío, lo bueno era que Danny tenía un calentón, pero ya era viejo y no funcionaba bien todo el tiempo, sin embargo, su cuarto no estaba helado cuando entraron.
El calor de la habitación había crecido desde el momento en que sus labios se tocaron. La pasión con la que sus manos tocaban con desesperación el cuerpo del otro, los hacía darse cuenta de lo mucho que se habían extrañado en las últimas semanas. Acababan de perder toda su ropa cuando escucharon la puerta principal abriéndose.
–¡Pensé que habías dicho que tus padres no vendrían en toda la tarde! –dijo Kei mientras se ponía la ropa interior al revés– Esperaba poder tener más tiempo contigo –lo acercó a él, sus torsos volvieron a tocarse, mientras sus labios volvían a unirse en un beso que pronto los tuvo completamente excitados de nuevo.
–¿Estás en casa? –la voz de la madre de Danny los hizo volver a la realidad de golpe. Lo más rápido que pudo, Kei se puso la playera y se escondió bajo la cama; un lugar en el que sabía que no podía ser visto.
–Estoy en mi cuarto –contestó Danny, y un segundo después, la puerta se abrió–. Estaba haciendo ejercicio –dijo, pensando que de esa manera daría una razón para el olor y calor que sabía que había en la habitación, y el hecho de que no tenía playera.
–¿Ejercicio? ¿Tú? –preguntó mirando alrededor.
–Pronto empezará la temporada de volley y quiero recuperar un poco la forma –dijo Danny, moviendo la pierna ligeramente, un reflejo que tenía cuando estaba nervioso–. ¿Por qué volvieron?
–A tu papá se le olvidó algo... vamos a regresar tarde, cariño, no nos esperes despierto –dijo dándole un beso en la frente.
–¡Mamá! –dijo, cuando su mamá estaba en la puerta de su cuarto–. ¿Puedo invitar a Kei? ¿Puede quedarse a dormir? –preguntó, volviendo a mover su pierna.
–No veo por qué no. Nos vemos –dijo saliendo del cuarto.
Danny sintió que alguien tocaba su tobillo y sonrió de oreja a oreja.
–Creo que tenemos tiempo para algunas rondas –dijo Danny en voz baja y escuchó a Kei reírse bajo la cama.
Salió de debajo de la cama, con el pelo rojo aún revuelto por lo que habían estado haciendo antes de ser interrumpidos.
–¿Sabes? Mi mamá dijo que podías pasar la noche –dijo Danny mordiendo su lengua provocativamente y acercándose unos pasos a él.
–¿Ah, sí? Que moderna, dejando que su hijo lo haga toda la noche con su mejor amigo –tomó el rostro de Dan entre sus manos, acercándolo a él y besando sus labios.
En el momento en que Danny mordió el labio de Kian, el pelirrojo lo empujó contra la pared. Danny jadeó, tomando aire y luego sonrió.
–Mis padres aún no se van, van a escuchar...
Kian lo calló con un beso y llevó su mano al bulto del short del castaño.
–Me importa poco que lo hagan, yo sólo quiero esto –dijo metiendo la mano por el elástico del short de Danny.
Danny gimió contra los labios de su novio, lo tomó por la playera, girando cambiando lugares y empujándolo contra la pared.
–Es todo tuyo –dijo Danny en un susurro contra el oído de Kei, sacándole la playera sobre la cabeza y tirándola al suelo.
Danny tomó su propio short y lo dejó caer hasta sus tobillos, besó una última vez a Kian, puso sus manos en los hombros de su novio y lo hizo bajar hasta que su rostro estuvo frente a su miembro. Kian lo miró desde abajo con esos ojos que tanto le gustaban a Danny. Kei sonrió mostrándole su lengua y luego la llevó a la cabeza del pene de su novio. Un gemido escapó de Danny al sentir la humedad de su boca.
–Ya nos vamos, hijo –gritó su padre desde la sala–. Regresaremos tarde. Dejamos dinero sobre la mesa para que pidan una pizza cuando llegue Kian.
–E-está bien –dijo mientras Kei seguía con el oral–. Gracias –dijo casi en un jadeo–. Nos vemos más tarde.

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Mejores amigos
RomanceSe conocían de toda la vida. Habían sido el primer beso del otro cuando apenas tenían siete años; había sido un beso inocente y ambos se habían sonreído y continuaron jugando como lo habían estado haciendo antes. Ese fue el momento en que Danny se d...