Vivimos nuestra vida ignorando señales que cambiarían el rumbo de esta por completo y son esas señales las que te hacen pensar en que podría haber pasado si hubieses hecho algo en aquel momento, sobre cómo sería tu vida ahora y en que te habrías llegado a convertir, pero esta historia no trata sobre el arrepentimiento o la duda, más bien trata sobre la señal que recibí, las cosas que pude y no pude haber hecho, en todo lo que dejé de ser y en lo que me llegué a convertir.
Aquella noche dormía profundamente sumergido entre mis más inesperados sueños, divagando entre la realidad y mi subconsciente, llegando a un lugar que me resultaba tanto familiar como agradable. Un gran bosque se habría ante mí, árboles de enormes dimensiones escapaban hacia lo alto de aquel lugar, impidiéndome divisar una copa en lo más alto de estos. Una brisa recorre un camino entre el aire y mi aliento que acaba pocos metros delante de mí, entre unos grandes arbustos iluminados escasamente por la luz de la tenue luna mientras que unas mariposas azules revolotean sobre una entrada que se formaba entre estos. En el sueño comienzo a caminar de forma decidida hacían delante introduciéndome en aquel oscuro lugar el cual solo se iluminaba por dentro con la luz de aquellas extrañas mariposas que revoloteaban por la zona desarrollando una estela de luz que comencé a seguir sin preguntarme a donde me llevarían, solo sentí que lo que me esperaba al final de esta no podía ser algo que cualquier persona pudiese encontrar, como si aquellas criaturas quisieran que caminase por donde ellas indicaban, como si intentasen mostrarme algo. Caminé despacio entre la oscuridad y las pequeñas luces azules, apartando ramas de lo que parecía ser una cueva hecha a base de arbustos, hasta que pude divisar una salida poco más delante de donde me encontraba. Faltaban ya pocos pasos para salir de aquel lugar cuando pude observar que no estaba saliendo de ningún sitio, si no que más bien estaba introduciéndome en un lugar mucho más profundo, cada vez más escondido, cada vez más oscuro, cada vez más oculto.
Cuando por fin atravesé aquella cueva de arbustos me encontré en lo que parecía ser esta vez una cueva de verdad, iluminada por dentro gracias a lo que me había llevado hasta allí, guiando el camino hasta lo que parecía ser un gran altar iluminado por la luz de la luna que entraba desde lo alto de esta mediante un agujero que se situaba en el techo. El aspecto de aquel lugar era húmedo y deteriorado, raíces crecían y moría por todos lados de la cueva y un extraño sonido que parecía provenir de aquel altar manifestaba un ambiente extraño en el que nunca antes me había encontrado. Mis pasos se convirtieron en una frecuencia lenta, el aleteo de las mariposas que se encontraban allí conmigo se detuvo y el aire cada vez se hacía más y más pesado sobre mis hombros, mi cuerpo procedió a experimentar una sensación entre el dolor y lo desagradable, el camino que quedaba por recorrer solo llevaba al altar y yo estaba dispuesto a llegar hasta él, pero cuando fui a dar el siguiente paso mi cabeza también pareció detenerse, porque solo puede quedarme inmóvil en el sitio viendo como todo lo que me rodeaba se deformaba, aquel lugar estaba desapareciendo ante mis ojos y yo lo estaba haciendo con él, todo comenzó a girar fuertemente a mi alrededor, deformando toda materia existente allí, hasta tal punto que así fue, o eso es lo que creo, porque lo último que recuerdo de aquel instante es a mi levantándome de la cama con respiración acelerada.
Tras aquel instante de destrucción total, sobresaltado como si todo el aire de mí alrededor hubiese entrado de golpe en mi boca abrí los ojos intentando reconocer cada detalle de mi habitación por difícil que fuese sin mis gafas. Intenté tranquilizarme mentalizándome de que todo aquello había sido solo un sueño, haber visto lo que vi no me suponía algo fácil de aceptar, nunca había sentido tan real algo que solo podía haber ocurrido dentro de mi subconsciente. Comencé por levantar la mirada desenfocada hacia mi escritorio, iluminado por la tenue luz de la luna que se asomaba desde lo alto de mi ventana, continué el recorrido por el armario marrón oscuro que se encontraba empotrado en la pared de mi derecha desde mucho antes de que yo proclamase aquella habitación como mi dormitorio. Pude notar que la puerta estaba entreabierta porque del interior se podía observar una escasa luz azul que rezumaba desde lo más profundo.
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La inflexión de una mirada
FantasiMuchas veces hemos querido escapar de esta realidad, ocultarnos en algo que escape a nuestro entendimiento y que nos muestre caminos que antes desconocíamos como si en ellos pudiésemos encontrar algo que cambiase nuestra historia por completo, como...