Capítulo 1. Mañana será otro día

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Viernes 18 de Junio, tres cuarenta y cinco de la tarde. Suena ColdPlay de fondo y un montón de ropa vuela hacia la cama. No hay un solo hueco en toda la habitación en el que no haya una prenda de ropa o unos zapatos; típica habitación adolescente con las hormonas revolucionadas. Alicia canturrea divertida mientras busca algo con lo que se sienta guapa.

—Esto no, esto tampoco. ¿Esto? Esto ni hablar— habla para sí misma.

No parece encontrar nada que le guste y sigue rebuscando hasta que da con algo.

— ¡Aquí estás! ¡Por fin te encuentro!

Sujeta un vestido verde que le regalaron sus padres en su último cumpleaños. Recuerda que pasó por el escaparate en el que estaba, todos los días, durante dos meses. El día que lo vio en sus manos se puso loca de contenta; por fin era suyo.

Le dio unas cuantas vueltas sobre su mano, se lo colocó sobre su cuerpo y mirándose en el espejo decidió que hoy era un buen día para ponérselo. La imagen que devolvía el espejo era la de una jovencita muy guapa, con el pelo ondulado y castaño y unos ojos color almendra y con la vitalidad que se tiene a los diecisiete años.

Esa noche iba al concierto de ColdPlay con su novio y los amigos y seguro que con ese vestido lo dejaba con la boca abierta. Llevaban solo seis meses saliendo juntos, pero estaba enamorada de él desde mucho antes.

Eran las cuatro, y habían quedado que la recogería sobre las siete. Todavía tenía tres horas para ducharse, peinarse, maquillarse, vestirse y ponerse todo lo guapa que pudiera para él.

Echó un vistazo a su cuarto y se llevó las manos a la cabeza, debería dedicar unos minutos a recoger antes de irse o su madre la castigaría de por vida. Hoy nada podía salir mal, llevaba esperando ese día semanas. Octavio la sorprendió para su cumpleaños con dos entradas; luego le contó que también irían unos amigos suyos y aunque no le agradaba mucho la idea accedió. Sabía que si se negaba lo más seguro es que tuviera que ir sola y no quería eso.

Cuando terminó de arreglarse todavía faltaban cuarenta y cinco minutos para que pasara a recogerla, así que encendió su ordenador y se metió en la página de Facebook. Dos chicos más de su clase también iban al concierto y habían subido una foto de sus entradas y de ellos preparándose. Igual se encontraban, aunque con la de gente que habría sería casi imposible.

Miró unas cuantas fotos más de la gente que tenía agregada y cuando quedaban cinco minutos bajó a la calle. Estaba impaciente por el concierto y por estar con su chico, aunque fuera rodeado de sus amigos.

Ya empezaba a ponerse nerviosa cuando lo vio aparecer, iba en su moto. Si sus padres se enteraran se iba a montar una gorda y seguramente la dejarían sin salir de casa hasta el día de su boda, por eso siempre quedaban un par de calles más abajo para que no hubiera peligro de que la vieran desde la ventana.

—Sube — dijo sin quitarse el casco y entregándole otro a ella.

Se lo colocó y se montó. Se apretó todo lo que pudo a él y le abrazó muy fuerte. Le gustaba estar así, se sentía segura aunque su única protección fuera un casco.

Serpentearon entre los coches; algunos les pitaban, otros les decían cosas pero el pasaba del mundo entero cuando iba en la moto, sobre todo si la llevaba detrás. Le gustaba notar su calor y sentirla tan cerca.

Cuando llegaron al lugar del concierto ya había multitud de gente por todas partes y tuvieron que dejar la moto bastante apartada, entre otras cosas para que no le pasara nada. Ataron los cascos en la rueda y caminaron hasta la zona de entrada donde estaban ya sus amigos.

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