Blanco

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Todo se había vuelto blanco. No conseguía distinguir formas ni personas, pero creía ver una escalera blanca en un edificio estrecho blanco de paredes blancas, y yo rodando por aquellas supuestas escaleras. A lo lejos podía oír gritos y voces que me llamaban sin parar, esos gritos cada vez estaban más y más cerca. Pero yo no podía pensar, no podía hablar, no podía dejar de rodar. De pronto, esas voces desaparecieron por un segundo, y la voz de una mujer empezó a
llamarme. Solo decía mi nombre, cada vez más cerca, hasta que tuve la sensación de que había llegado al final de aquella eterna escalera blanca y tenía a la persona que decía mi nombre justo a mi lado. Entonces aquel blanco intenso se desvaneció rápidamente.

Estaba en el suelo, con dos personas a mi alrededor intentando reanimarme. A mi alrededor solo se veía rocas negras, una carretera aún más negra y al otro lado de la calle algo enorme en llamas. Solo recordaba quién era yo y quién eran aquellas dos personas. Uno era José, un compañero de clase que no dejaba de hacer el payaso. La otra persona era Ana Rosa, la maestra de Educación Física de la escuela. Sin embargo, no sabía qué hacíamos allí, ni de dónde venía, ni lo que había pasado. Parecía que había habido un accidente muy grave, pero no veía sangre ni nada parecido. Intenté levantarme, pero volvir a caer al suelo. Mis dos acompañantes corrieron a ayudarme. Fue entonces cuando me miré la pierna derecha. Tenía una herida muy grande y profunda, pero en vez de tener sangre y la carne al rojo vivo, la herida estaba blanca. Al principio me asusté porque estaba tan blanca que parecía semen. Pero, obviamente, no era eso. "Ten cuidado, te hemos tenido que poner en la pierna un ungüento a base de orina de camello, plátanos molidos con leche y heces de buitre." Me dijo Ana Rosa. "Tenías la pierna en llamas habías perdido el conocimiento" "¿Pero dónde coño estoy, qué cojones ha pasado y por qué mierda tenía la piernas en llamas, joder?" Le respondí, y me volví a poner de pie, esta vez con cuidado. José se acercó a ayudarme a quedarme de pie porque apenas podía apoyar el pie y dijo "Nosotros tampoco recordamos mucho, solo se que ha habido un accidente muy grave de taxi y ha muerto el conductor. El gordo que lo acompañaba no tengo ni idea de quién es, pero sigue incosciente"

Pasado perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora