Ático

0 0 0
                                    

Al hombre de la caseta se le puso la cara blanca y cerró la caseta con una tela que cubrió la caseta por completo, sin llegar a cobrarnos. José se detuvo delante mía y dijo "Vamos, antes de que se de cuenta de que era una trola" y corrimos hasta que ya no se veía la caseta. Entonces nos sentamos en unas rocas y nos pusimos a comernos el bocadillo. Medía medio metro, pero no nos duró ni media hora. La caña de lomo me recordó a la que comía en Chipiona cuando llegaba de la playa. Se deshacía en la boca tan lentamente... Después de comer seguimos andando. Un cuarto de hora después avistamos por fin la caseta. Llegamos allí corriendo. Había mucha gente por allí. No pude evitar fijarme en una pareja de jóvenes. El chico, que estaba en los huesos, le estaba dando un trozo muy pequeño de pan con una salchicha muy gorda y grande a la chica, que estaba casi más gorda que Javi. Me pareció muy gracioso porque parecía una cosa mala. Entonces me di cuenta de que aquel perrito caliente estaba hecho a posta cuando escuché "Ya capto la indirecta. ¿Vamos dentro, pillín?" José también lo había visto y oído, me miró y me dijo "¡Watafak!". Yo me tuve que reír otra vez de la cara que puso. Entramos en la caseta y nos paró una mujer con turbante que dijo "Bienvenidos a la caseta del Teide. Aquí tendréis una botella de agua gratis y alojamiento para esta noche". Entonces sacó dos botellas de agua. En el papel de la botella ponía 'Fontjeidi'. "Gracias. Estamos buscando a la pitonisa. Tenemos noticias de los leprosos." Le dije. Entonces a la mujer se le iluminó la cara y dijo "Seguidme. Está en el ático" Subimos unas escaleras muy estrechas y la mujer abrió la puerta. Se veía una habitación oscura con luces rojas. Había una vieja cantando lenguas muertas y bailando alrededor de alguien que estaba tumbada en el suelo.

Pasado perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora