Mi más bello sueño.

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Y entonces fue mi turno; la respiración se me atascó en la garganta y mis manos sudaban frío. Era él. Ahí frente a mí. Lo vi sonreír en mi dirección, y enternecido por mi reacción tímida y nerviosa, abrió los brazos para recibirme. Torpemente llegué hasta él, trastabillando como una tonta; rodeé su torso con vacilación, pero un segundo después sentí sus brazos sobre mis hombros y espalda.

—No puedo creer que seas tú. — susurré contra la calidez de su pecho, sin intención alguna de que me escuchara.

Pero entonces, sentí la vibración de su voz contra mi oreja, en respuesta: —Tranquila, cariño. Estoy aquí.

Me acurruqué más contra su cuerpo y disfruté del refugio de sus brazos; su calor invadiendo mi cuerpo. Sintiéndome tan protegida y segura como nunca lo había hecho entre los brazos de un chico.

El cantar de su corazón retumbaba en mi oído, su cabello largo y alborotado cosquilleaba mi rostro y sus manos acariciaban mi espalda con suavidad.

Deseé quedarme ahí toda la vida.

Se separó un poco de mí y tuve midedo de que me soltara, pero no lo hizo.

Me guió lejos de la gente, sin soltar mi mano; el tacto de sus dedos largos y finos entre los míos fue la sensación más sublime y cálida; su toque fue gentil y dulce.

—Abrázame. — susurró, su sonrisa perdida en algún lugar.

Antes de hacer lo que me pedía no pude evitar preguntar: — ¿Por qué? ¿Por qué yo?

—Porque me siento solo. Porque mis sábanas no son cálidas cuando duermo. Porque tu abrazo me ha hecho sentir como en casa.

Vi en sus bellos ojos esmeralda mi propia soledad reflejada. ¿Cómo es que alguien como él podría sentirse así?

Me sonrió. Lo abracé de nuevo y no lo dejé ir hasta que la realidad me despertó. Hasta que la realidad me hizo darme cuenta de que él jamás me necesitaría de tal manera. Hasta que me di cuenta que un solo abrazo suyo significaría el universo entero para mí.

Historias Cortas | Mitzi Arlene. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora