Temporary Fix.

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No sé cómo es que ahora estoy lamentándome en este bar. No sé cómo es que tuve si quiera ánimos de levantarme de la cama y venir hasta acá. Linda insistió tanto que tuve que pretender emocionarme y arreglarme para esto.

Soy una masoquista; me puse el vestido negro que Finn me regaló en nuestro último aniversario. No puedo creer que esté aquí, en un bar, a un día de haber terminado mi relación de 3 años con Finn y esperando a Linda, quien ya está treinta y dos minutos tarde de la hora que acordamos.

Mi teléfono comienza a vibrar contra la mesa y veo la pantalla iluminarse con el nombre de mi mejor amiga.

—Linda, ¿dónde demonios estás?— la reprocho de inmediato al contestar.

—Lo siento, Mel. — suspira pesadamente y me preparo para el pretexto. —Colin se intoxicó, tuvo una cena con unos amigos y se intoxicó con los mariscos. Me llamaron apenas del hospital y salí corriendo para acá. — vuelve a suspirar. —De verdad lo siento, ¿mañana vemos películas?

—Claro, no te preocupes. Espero que Colin se mejore.

Maldigo mi mala suerte y al estúpido novio de mi mejor amiga, como si ya no me sintiera lo suficientemente humillada como para ahora decirle al mesero que me dejaron plantada y que quiero la cuenta. Alzo la mano para llamar la atención del mesero, quien a lo lejos, cerca de la barra, me hace una señal dejándome saber que en un momento me atenderá. Mientras lo hace, guardo mi móvil en mi bolso y saco mi cartera para alistar el dinero que debo pagar de un par de bebidas sin alcohol que consumí.

— ¿También te dejaron plantada?

Alzo la mirada y veo a un chico alto que está frente a mi mesa; cabello corto a los lados y despeinado en la coronilla, viste casual y tiene los ojos verdes más cautivantes que he visto, incluso más que los de Finn. Me reprocho mentalmente por recordar a Finn y sacudo esos pensamientos antes de sonreírle amablemente al chico.

—El novio de mi amiga se intoxicó. — me encojo de hombros y él hace ademán de sentarse.

—Lo siento. — se detiene. —Soy Harry, ¿puedo sentarme?— sonríe y noto un par de hoyuelos adorables en sus mejillas.

Debería decir que no a esos hoyuelos adorables. No estoy para coquetear, acabo de romper con aquel imbécil y ni siquiera recuerdo cómo es que se hace eso del coqueteo, sin embargo, el chico es malditamente atractivo.

—Claro. — el chico se sienta y yo me pongo de nervios, su atractivo es un tanto intimidante. —Oh, soy Melinda.

—Mucho gusto, Melinda. — vuelve a sonreír y yo me derrito por dentro. — ¿Puedo invitarte algo de tomar?

En ese instante el camarero vuelve y el lugar de pedir mi cuenta, Harry ordena un par de cervezas. Antes de que lleguen las bebidas yo le ruego al cielo por un poco de habilidad para socializar y no arruinarlo.

—Entonces, tu amiga no llegó...

—No, se supone que sería noche de chicas. —suspiro nerviosa. — ¿Y a ti quién te plantó?

—Mi hermana me arregló una cita a ciegas. Al parecer la chica estaba tan emocionada por la cita que lo olvidó por completo. — deja salir una carcajada y yo río con él.

Solo pienso en que aquella chica que olvidó la cita se perdió de algo tremendamente bueno.

Las bebidas llegan y llegan, no me siento ebria, sin embargo, Harry ha sabido entretenerme todo el tiempo tan exitosamente que he dejado de compararlo con Finn.

—Gracias Harry. — digo en un momento que él se ha tomado para beber de su tercera o cuarta cerveza.

Él alza las cejas confundido pero aun así me sonríe.

Historias Cortas | Mitzi Arlene. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora