Capítulo 3.

92 3 0
                                    

Capítulo 3

Sofía Bretford:

La fiesta de la casa de Zack era como todas las fiestas; los mismos chicos y chicas que conozco, hasta conozco la vida de casa uno, hace mucho tiempo que no conozco más personas nuevas desde que fue la primera fiesta de mi bienvenida al grupo de porristas. Buscan cualquier cosa para celebrar: Ganamos, fiesta, llegamos de vacaciones, fiesta, entra alguien al grupo –eso casi nunca pasa, siempre son exigente en eso-, fiesta, alguien se fracturó, fiesta, perdemos, fiesta. La verdad es que si las fiestas hubiera nuevas personas que conocer, fuera más entretenida, pero la gente de aquí me ahorcan, no me dejan en paz.

La casa de Zack se encontraba oscura, lo único que la iluminaba era un par de luces y un flash que siempre alquilamos a un Señor, que por cierto, nos dicen que somos sus mejores clientes, eso tiene una gran explicación. También lo único que la iluminaba eran las luces de los carros al venir y atravesar la gran ventana que tiene en su sala –grande-. Me acerqué a la cocina para ver qué era lo que podría tomar, toda la casa estaba expulsando calor en todos lados, toda la gente junta y apiñada con calor corporal, causaban un fogaje en donde quiera. La cocina estaba un poco más vacía, todos los focos o luces de la casa estaba apagadas, la nevera donde guardaban los refrescos y las frías, tenían unas lucecitas de un color azul neón, creo que eso lo hizo Zack para que la gente no estuviera que adivinar con el tacto cuál era la nevera. Abrí la nevera brillante, observé un poco de lo que había dentro, pero la mayoría de lo que estaba dentro era alcohol. Después de minutos buscando algo que no me deje moviendo el piso, abrí la lata para luego salir de la cocina, era la única ahí dentro, las personas que estaban charlando no estaban en donde los veía.

La puerta trasera de la cocina se abrió lentamente, votée mi cuerpo a ese lugar, sobresaltándome del miedo, dejé caer la lata de refresco y quedarme callada con un cuerpo quieto.

No podía ver quien era pero estaba asustada por que sean ladrones o un la policía, de todos modos las dos posibilidades dan miedo.

-Viste, ya entramos ¿qué pasó?... nada. – Dijo una voz masculina que conocía.

Me incliné para coger la lata vacía e irme acercándome.

-¿Qui- quién es? – Pregunté asustada con la mano que tenía la lata en la mano alzada. – Diga o le pego con esta lata que tengo en la mano. – Dije caminando lentamente.

-¿Sofi? – Preguntó alguien.

-¿Quién es, y por qué sabe mi nombre? – Pregunté asustada.

-Emm, soy Tod. – Cuando escuché eso, bajé la mano y tirar la lata al piso.

El miedo fue desapareciendo y la furia entrando en mí.

-¿Qué hacen ustedes aquí? – Dije fría.

- Viste, yo te dije, esta fiesta no es para nosotros. – Susurró alguien.

-Cállate y escucha. – Otro susurro.

- Saben que los escucho aunque la música esté alta, la cocina está cerrada. – Dije.

-Estamos aquí para divertirnos. – Dijo. – Soy Jason. – “Es Jason, oh no.” – Pensé.

-N-no, pu-pueden estar aquí. – Dije maldiciendo en mi pensamiento el por qué estoy tartamudeando.

-Claro que sí, somos del instituto. – Dijo.

-Sí, pero no del grupo, ustedes están en el instituto pero no son nada en él. – Dije. – Esta es una fiesta privada.

-Sí, pero para gente desconocida, pero tú a mí me conoces. – Dijo. – Tú a nosotros nos conoces.

Una historia al revés.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora