Tomé una decisión; esa misma noche volvería a Córdoba. Quería caerles de sorpresa por eso no les queria avisar. Además de que no quería prender mi teléfono porque no quería saber nada de él.
Estaba sentada en unas sillas del aeropuerto, con la mirada fija en un punto no definido.
Tenía que hablar con alguien, sentía la necesidad de hablar con alguien y quién mejor para eso que mi mejor amiga.
Saqué el celular del bolso, lo prendí y la llamé.
Un tono, dos tonos, tres tonos...
-¿Hola?- me atendió. No respondí. -¿Lulita, pasó algo?
Me sentía incapaz de poder hablar, el dolor que sentía me consumía por dentro.
-Va-Valen..- susurré con la voz cortada. - Te necesito.
Y otra vez, esas imágenes de él con ella, en la que cama que soliamos compartir aparecieron en mi mente.
-¿Qué pasó, Lourdes? ¿Estás bien? ¿Pasó algo con Paulo?- inquirió con esa tranquilidad que tanto la caracterizaba.
Con Valentina nos conoces prácticamente desde que tenemos memoria. Nuestras mamás son muy buenas amigas, casi hermanas, y para colmo viven una al lado de la otra.
Pero volviendo al tema de Valentina, eramos muy iguales en algunos sentidos; como por ejemplo la música. A las dos nos gustaba mucho el rock nacional. Pero a la hora de ver un partido siempre había pelea, una pelea sana. Ella era de boca y yo era de River.-Lo encontré con Antonella en nuestra cama... -
-¿QUÉ? ¿QUÉ ANTONELLA? ¿Y QUÉ ESTABAN HACIENDO? - elevó la voz como casi siempre que quiere saber algo y no mide en el tono en que dice las cosas.- Ah no, pará. Soy una boluda, ¿cómo te sentís? ¿dónde estás? ¿4 años para tirar todo a la mierda?
Me mordí el labio tratando de no llorar.
4 años. 4 años en los cuales le dí todo. ¿4 años para tirar todo a la mierda?, y justo faltando una semana para cumplir 5 años juntos.
-Antonella Cavallieri. - respondí. - Vos ya sabes lo que estaban haciendo, Valentina. Estoy como puedo, ¿qué querés que te diga?, estoy en el aeropuerto..- Y antes de que pudiera terminar de hablar, la voz que me avisaba que mi vuelo con destino a Buenos Aires estaba por despegar se hizo escuchar. - Mi vuelo está saliendo para Buenos Aires, y de ahí tomo otro avión para ir a Córdoba. Cuando llegue te aviso. Te amo.
Corté la llamada y guardé el celular en donde estaba. Me levanté del asiento, cerré los ojos y caminé hasta la puerta para abordar.
Me acomodé en el asiento y cerré los ojos tratando de conciliar el sueño. Cosa que fue imposible porque las imágenes de Paulo no me hacían pensar en otra cosa.
Dirigí mi vista a la ventana del avión y me permití mirar por última vez las calles de Turín.