DEJA QUE TE CUIDEN

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Se ha dicho siempre que una persona tiene que quererse a sí misma para querer a alguien, pero,
¿y si no se partiera solo de esa base?

¿Y si una persona, aún queriéndose y aceptándose a solas se ha alejado tanto de las cosas que tiene que llegar alguien y abrirle el alma para devolverle a la vida? A veces un@ no da porque no sabe. A veces un@ necesita recibir primero para dar después. Que le abracen tanto y tan bonito como para tener la seguridad de que si levanta los pies, vuela.

El alma no se abre con alicates, se abre con la magia de alguien que comprende tu magia.
Y entonces ocurre el milagro que la persona ya había quemado en la hoguera, lanzado a la borda, tachado en el mapa.

Te negaste la ruta del tesoro

sin saber que el cofre lo tenías dentro,

guardadito en el pecho, a punto de estallar como una bomba que lanza al aire millones de ositos de gominola. No dejaba que nadie la cuidara, era un animalito precioso, intocable, único en la selva, "libre", decía siempre, "libre, libre, libre". Tan libre como para no dejar que nadie le cuidara, tan libre como para no sostenerse en la libertad de alguien.

Era el animalito herido capaz de todas las cosas menos de llorar en unos brazos dos noches enteras. Era el tipo de chic@ que movía los hilos de su marioneta de una forma tan absurda que pensabas que debías protegerl@. L@ veías andar y brillaba. ¿Cómo era posible que brillara tanto estando tan alejad@ de las cosas con nombre de afecto y caricia? Tan alejad@ de ese verbo que se deslizaba por los raíles del tren para hilvanarle enredaderas al aire y tocar el cielo: AMOR. Alguien le dijo "sé que te gustan pero tú no necesitas rayadas, necesitas que te cuiden". Y como era un animalito tan cabezota, lloró y siguió proclamándose estúpidamente "libre y capaz". Y de pronto, un día, una persona que hablaba con el corazón en la boca, empezó a cuidarla. Por arte de magia, aquella persona estaba cuidando al animalito. Y solo en la práctica empezó a comprender...

Y es que, cuando dejas que te cuiden, tu empiezas a cuidar. A cuidar de verdad. Nos creemos que cuidamos porque nos sabemos buenas personas,cariños@s, empátic@s. Cuidamos un poquito y ya está, ya pensamos que cuidamos a las personas. Pero luego nos alejamos. Cuidamos intermitentemente: desaparecemos de pronto, aparecemos de nuevo.Te recriminan tu forma de cuidar, y tú saltas:"¿Pero qué dices?, si yo te cuido, si yo te aprecio", y no se lo creen. ¿Que por qué? porque ellos lo saben. Ellos saben que no dejas que te cuiden. Eres tú la que no ve tu propia sombra. Tú intentas cuidar, dar un poco de ti. Tú escuchas, das consejos, mimas y encima te recriminan que no cuidas, que no cuidas bien.

¿Qué por qué? porque ni siquiera te cuidas a ti mism@, porque parece que estés aquí por estar, aferrada a lo menos humano de la vida creyendo que un día te caerá de pronto toda la humanidad. Por eso no llegas a cuidar del todo, a involucrarte. Porque primero, ni te cuidas bien ni dejas que te cuiden, porque prefieres cuidar a medias, descubrir el dolor de alguien antes de que alguien descubra el tuyo. Y abrazarlo, abrazar el dolor ajeno y después irte. Siempre la eterna huida.

Un día algo se rompió dentro de ti y aquí te tienes.Mírate: eres tu propia forma de cuidar a otros:INCOMPLET@,

porque no puedes estar complet@ si te quedas en el medio. ¡Entiéndelo!, no puedes estar completa si no expresas tu dolor, tu necesidad, tu miedo que es valentía, tu vuelo que es libertad. Porque no te atreves a ser tú, joder. Siempre escapas, y déjame decirte que lo haces de maravilla, que tienes el don del sufrimiento a solas y podría llorar aplaudiéndote. Que tienes un don de mierda y que ya te vale. Que ya te vale con el escape perfecto. Que ya te vale con el cinismo de pensar que siempre ganas cuando en realidad, pierdes.

Historias de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora