2

1.9K 188 46
                                    

Aquella tarde, Jay salió del pequeño edificio que estaba sobre la tienda de cachivaches de su padre y se encaminó con nerviosismo hacia El bar bazofias, donde había quedado con el chico pecoso de verse. Sentía el corazón en la garganta, caminaba con su cara en alto, y con una de sus sonrisas socarronas que lo describían.

Una vez fuera del bar, se sentó en una banca mirando a uno de los duendes de gesto tosco.

—¡Hey, gnomo! —saludó a la verde criatura— ¿Has visto a un chico chaparrito, pecoso y de cabello blanco?

El duende lo miró sin expresión alguna.

—Ah, el hijo de Cruella —observó—. No lo he visto, casi no viene.

El chico frunció el ceño, se recargó en la barra. Y esperó.

Justo cuando estuvo apunto de volver a casa, lo vió. Carlos de Vil, con su típico andar temeroso que le daba el título.

—Oh, Carlos que bueno que llegas —saludó Jay materializándose frente al menor—, estaba apunto de irme a casa.

Carlos hizo una mueca inexpresiva antes de hablar.

—Bueno, mi madre se fue a las aguas termales, pasará dos días allá aparentemente y bueno, hay tiempo para hacer el proyecto.

Jay sonrió, en su vida había entrado en la enigmática mansión de los de Vil. Posiblemente llegaría a casa con los bolsillos cargados.

—Bueno, acompáñame.

El camino fue silencioso, Jay sólo observaba cada detalle del cuerpo del chiquillo, tan fino, tan delicado... tan perfecto.

—¿Y... Carlos, tienes novia? —soltó Jay haciendo que el pecoso se detuviera de golpe.

—¿Acaso no sabes con quién hablas, Jay? —explotó el menor—. ¡Nadie en el colegio me habla! ¡Apenas si se dan cuenta que existo! ¿Y ya vas con que tengo novia? Vaya ridiculeces que predicas, Jay.

—Bueno Carlos, sólo que creí que si tenias.

Carlos entrecerró los ojos, todo esto le parecía una completa burla.

—¿Porqué?

Jay lo miró por unos instantes, su corazón latía desenfrenadamente, de nuevo.

—B-Bueno, pues no eres feo... —balbuceó el mayor rascándose su larga cabellera.

—¿A qué te refieres con eso? —espetó—. ¿Estás fumado?

—P-Para nada —se excusó—. Sólo que... no puedo creer que las chicas no aprecien lo que tienen enfrente, eres apuesto, simpático, listo y... de buena familia.

—¿Buena familia? —se burló—. Aquí ya nadie tiene título, nuestros padres no son los que solían ser, ya nada es como antes... Y ni aunque viniese de Auradon me harían caso, acéptalo y deja de decir estupideces.

Carlos siguió su andar, el moreno lo miraba cabizbajo. No era su intención ponerlo así.

—Perdóname.

—No es nada, llegamos.

Carlos abrió la puerta dejando a la vista una casona grandísima. Las paredes con tapiz viejo y los candelabros polvorientos parecían estar estratégica y estéticamente acomodados, la casa era más que magnífica. Jay se quedó sin aliento.

—Y eso que no haz visto la habitación de los abrigos de mi madre —intervino Carlos como si leyera su mente.

Jay pasó sintiéndose diminuto, como una hormiga dentro de una caja de zapatos. Débil.

Jamás hubiese pensado que Carlos fuese superior a él en cuanto a bienes materiales.

—¿Te quedarás ahí o me acompañarás al comedor?

Jay trastrabilló antes de caminar detrás del chico. Entraron en una habitación con una mesa en el centro. Iluminada por la tenue luz de las velas.

—¿Y tienes una idea de que villano quieres estudiar?

—Siempre he querido saber más de Gastón. No lo sé, me encantaría practicar su método de ligue —dramatizó guiñando el ojo.

Carlos soltó una risilla.

—Apuesto a que hacía algo como esto —Jay se levantó de golpe y se colocó detrás del pequeño chico—. Susurrar al oído —Carlos se estremeció al sentir su cálido aliento el su oreja, sintiendo sus mejillas arder—, besar sus cuellos... —los labios de Jay se posaron en el pálido y pecoso cuello de Carlos, el cual abrió los ojos de golpe.

¿Qué diablos estaba sucediendo?

Continuará...

Capítulo dedicado a: PURRUNKITO
¡Gracias por leer! ❤️

"Impossible Love" [Jaylos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora