Llegué hasta donde se encontraba todo el grupo, mirando con total confusión a Helena y Franc.
—¿Qué sucede? —ambos se miraron— ¿Pasa algo malo?
—¿Aún no te has enterado? —preguntó Helena acercándose a mí y hablando en tono bajo.
—Acabo de llegar, no sé nada, ¿Qué está pasando? —cuestioné casi desesperada.
—Se trata del profesor Olsson —esta vez respondió Franc.
Observó a su alrededor, como si estuviera evitando que alguien lo escuchara.
—Desapareció el fin de semana, dicen que nadie lo ha visto, no saben a donde fue o quién se lo llevó. Su esposa ha estado preguntando por él a sus amigos, vecinos y otros profesores, incluso sus dos hijos han venido desde muy lejos para buscar a su padre.
—¿Qué? —respondí totalmente sorprendida— eso no puede ser
El profesor Olsson era un hombre serio y muy tranquilo, siempre vestía muy formal y se dirigía a nosotros con total respeto. Era un hombre no mayor a cincuenta años. Yo dudaba de que pudiera irse de la nada o ser secuestrado, no era un hombre con mucho dinero, las malas lenguas decían que estaba lleno de deudas, aunque ahí podría estar la respuesta a su desaparición. De cualquier forma, era una hombre responsable, la última vez que le pidió prestado a mi padre hace un par de meses se lo devolvió en el tiempo en que prometió regresar el dinero.
—Pues eso fue lo pasó y es extraño porque... —se detuvo Frac.
—¿Por qué? ¿Por qué es extraño? —pregunté.
Tanto Helena como Frac dirigieron sus miradas detrás de mí, me giré para observar qué era lo que ellos veían. En el mismo pasillo solo que a unos metros estaban dos chicos parados junto a una profesora, los tres tenían un semblante completamente serio.
—Son los hijos del profesor —susurró Helena— han estado hablando con todos los profesores para solicitarle unos minutos de su clase y pedirles a los alumnos su cooperación, en caso de saber algo o haber visto algo.
Vivíamos en un pueblo, muchos de sus pobladores se conocían entre sí y eran todos muy altruistas, cuando algún problema se presentaba la mayoría se unia para solucionarlo en conjunto, así que el profesor no pudo haber desaparecido de la nada y que no hubiera ni un solo testigo.
Me di cuenta de que había estado mirándolos por varios segundos cuando uno de ellos volteó a hacia nosotros, probablemente por sentir todas esas miradas posadas sobre ellos, antes de que apartara mi vista. mis ojos se encontraron con los de él y apenada me giré hacia otro lado a la par de que una voz áspera nos ordenaba entrar al salón.
—Todos adentro, ahora.
El hombre entró junto con nosotros, cerró la puerta y se puso frente al pizarrón esperando a que todos ocuparan sus asientos. Llevó su dedo índice a los labios, sugiriendo que todos guardaran silencio porque aún se escuchaban murmullos.
—Buenos días a todos, yo soy quien ocupará el lugar del profesor Olsson, mi nombre es Lincer y espero que todos estén comprometidos con la materia ya que no estoy aquí para cuidar adolescentes —se dirigió a todos dándonos una mirada amenazadora— lo que quiero que hagan ahora es que escriban en menos de una página un resumen de todo lo que han visto y aprendido en esta clase desde que comenzó el semestre, al terminar dejarán la hoja sobre el escritorio y se retirarán en silencio, no quiero ruidos, solo quiero verlos trabajar —se dirigió hacia el escrito y tomó asiento.
Busqué lo que necesitaba en la mochila y mientras lo hacía podía ver a todos los demás preocupados por la actitud del nuevo profesor. Se notaba que no sería paciente y que no tendría problema en reprobar a todo el salón si no éramos lo suficientemente buenos. Al menos esperaba que fuera un buen profesor y que no solo fuera un profesor incapaz de saber enseñar y además con mal genio.
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Guardián
Fantasy-Volví al infierno solo por ti -susurró mientras me acurrucaba en su pecho -Y yo tuve que pelear con un par de demonios para que salieras de ahí -Entonces me parece justo que, nos quedemos aquí, juntos. No más infiernos y ningún otro demonio -levant...