Una burbuja de nitrógeno acababa de reventar en frente de su cara para salvarle la vida en el mundo real, pero en su imaginación se cubría la cara de la no tan pequeña explosión de un futurista explosivo plástico.
Natalia le había advertido, pero él no le había hecho caso. Por suerte ella era un ordenador y no estaba programada para recriminar ni para hacer hincapié en los fallos de su usuario.
Emilio miró a la pantalla en su muñeca disimuladamente, sabía que Natalia no estaría allí mirándole con soberbia ni reprochándole, pero aún así lo hizo, necesitaba hacerlo.Dirigió su mirada al frente y empujó con todo su cuerpo la pesada puerta de la escotilla, que se cayó al otro lado haciendo un estrepitoso ruido. Ahora se abría ante él un larguísimo y oscuro pasillo, iluminado tenuemente por unas pocas luces azules. Un poco estremecido dudó sobre si debía entrar o volver a su propia nave. Se replanteó la eficacia de CARMEN durante un momento.
-Natalia, hazme un informe de daños.
-No quedan formas de vida a bordo. Equipo electrónico inutilizado.
-¿Qué hay de los autómatas?
-No puedo confirmar que hayan sido anulados, pero lo más seguro es que no hayan sobrevivido a las ondas magnéticas -Emilio se quedó confuso.
-¿Por qué?
-Cuando CARMEN disparó, la intensidad de las ondas fue rebotada por un escudo electromagnético que se generó en el último momento. Puede que ese escudo absorbiese gran parte de las frecuencias altas, lo que le podría haber dado una oportunidad a los automatismos. Sin embargo las formas de vida y los sistemas electrónicos han sido anulados con total fiabilidad, las correspondientes frecuencias sí penetraron en la nave.
-¿Y por qué no me dijiste nada de eso, Natalia? -dijo Emilio enfadado.
-Te avisé de ello pero parecías distraído, quizás por eso no lo recuerdas.
Perplejo, Emilio asintió a las palabras de su operadora automática y continuó mirando el pasillo. Se decidió a entrar.
No podía asegurarlo pero juraría que en aquel sitio había una ligera niebla dispersa. Ocasionalmente un cúmulo más denso pasaba lentamente por delante de las luces azules.
Abrió un mapa de la nave en sus gafas y buscó el puente de mando. Había mucho camino hasta su objetivo, y seguramente no iba a ser un camino fácil.
Avanzó un poco temeroso hasta el final del pasillo azul y se plantó delante de la puerta final. Quiso abrirla con un gesto, tal y como estaba acostumbrado a hacerlo, pero no funcionó y la puerta quedó cerrada. No tardó en darse cuenta de que en aquel sitio las cosas no eran como él creía.A pesar de ser un sueño propio, el mundo dentro de su sueño era un mundo ajeno.
ESTÁS LEYENDO
Sueños de Soledad
Short StoryUn retrato introspectivo sobre las relaciones humanas y su reflejo en nuestras realidades personales.