Al entrar a su auto me percaté de que olía exquisito, su fragancia masculina impregnaba el espacio y era fantástico. No pude evitar ponerme un tanto nerviosa, al tenerlo tan cerca y no en horario de clases, al sentir como miraba de reojo en ocasiones.
— ¿Y a donde la llevo señorita? –rompió el silencio.
No quise verme más zorra, así que le pedí que me dejare unas manzanas delante, yo me encargaría de llegar sana y salva a casa de Lance, sé que podría pedírselo a el mismo, pero sería caminar junto a Lance mientras me habla de tonterías de futbol. Y si lo busco, solo es para tener buen sexo, que es para lo único que es bueno. Ni siquiera puedo tener una conversación normal con él, porque lo arruina con sus comentarios estúpidos.
— Aquí está bien –le indique, él se detuvo frente a una casa enorme que hace tiempo ha estado abandonada.
— ¿Y qué vas a hacer aquí tu sola? –echo un vistazo y se dio cuenta de que el lugar estaba totalmente despejado.
— No quiero ser grosera profesor...
— Justin –me interrumpe- me llamo Justin.
Me le quede mirando por algunos segundos sin decir nada, le agradecí y baje de su auto. Y no lo hago por ser una grosera, simplemente me encanta cuando el señor Bieber se molesta y viene detrás mío al instante. Y no solo con él, en realidad soy una bocazas que hace cabrear a medio mundo. A excepción de mi hermano, si yo soy molesta él es lo doble.
Me quede un rato ahí parada esperando a que mi profesor se largara y me dejara sola para poder escabullirme a casa de Lance, pero no lo hacía, el muy idiota solo me veía desde su auto.
Uno, dos, cinco y hasta diez minutos espere, cuando me hizo perder la paciencia de un solo movimiento abrí la puerta de auto y le grite:
— ¿En qué momento te vas a largar?
— No te dejare aquí sola Angie –lo escuche decir.
— ¿Y porque? Seguramente tienes cosas mejores que hacer, así que ándate...
El hizo caso omiso y continúo ahí sentado sin decir nada. Eso me hizo poner aún mas histérica, así que decidí mejor largarme a casa, ya me echo a perder la noche.
Camine decidida por las calles vacías, pero Bieber dio la vuelta e iba a un lado mío en su auto. Joder. Acaso este tipo en sus ratos libres es un acosador o un violador de mujeres, porque eso sería fantástico.
— Sube –me gire para verlo abriendo la puerta del copiloto para mí.
No voy a mentir, le hice caso porque en realidad disfruto de la presencia de este hombre y es que joder, con ese físico como podría resistirme a sus encantos. Y les aseguro que ustedes harían lo mismo que yo con tal de cruzar palabras con este hombre, o quizá no solo palabras.
Joder, sí que soy una zorra y no solo eso sino también una estúpida, pero por Justin pueden insultarme lo que quieran.
— Solo llévame a casa –le dije sin mirarle a la cara.
— Lamento haberte arruinado tu velada romántica –soltó una risita.
— Imbécil –susurre.
De camino a casa nadie mas dijo nada, el solo se enfocó en conducir durante los que han sido los cinco minutos más largos de mi vida. Solo tolero esto porque este hombre está buenísimo. Cuando aparco frente a mi casa, mi torpe cabeza comenzó a procesar una idea que solo a mí se me puede ocurrir.
— Siento ser tan grosera Justin –puse mi cara de perrito apaleado- pero usted no sabe por lo que he estado pasando...
Trago en seco cuando pase brevemente mi mano por su pierna, me agache e hice la expresión más triste del mundo para verme convincente.
— ¿Y que es por lo que estas... pasando? Tal vez yo podría ayudarte.
Levante la mirada y me encontré con esos ojos mieles que siempre me han vuelto loca.
— Seguro que puede –sonreí con malicia.
Salí de su automóvil y lo hice entrar a mi casa, le mentí diciendo que había tenido tan malas notas que mis padres prometieron no pagar mi universidad si seguía con ese promedio. Lo lleve hasta la estancia mientras yo bajaba algunos libros de mi habitación, era solo para hacer crecer mi mentira. Cuando volví el aún estaba ahí estando, se le veía preocupado ya que al verme dio un salto.
— Angie, no creo que pueda ayudarte ¿sabes?, o por lo menos no ahora. Podríamos meternos en problemas. Te imaginas si tus padres llegan y me pillan aquí, pensaran tal vez que tu... y yo...
No pude escucharlo más así que solo seguí mis corazonadas tirando los libros a un lado y yendo sobre el para devorar su boca, al principio el me rechazo pero después de un rato no pudo resistirse más y me levanto del suelo para que yo enredara mis piernas en sus caderas.
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