¿Coraline? Ah, aquí estás. ¿Dónde diablos te habías metido?
—Me habían secuestrado unos extraterrestres —respondió Coraline—. Venían del espacio exterior con pistolas que lanzaban rayos, pero yo los he engañado poniéndome una peluca y hablando con acento extranjero, y he escapado.
—Sí, cariño. Creo que no te vendrían mal unas cuantas pinzas para el pelo, ¿no te parece?
—No.
—Bueno, nos llevaremos media docena por si acaso —dijo su madre.