Introducción

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Antes que todo (o antes que nada), hay que dejar unas cuantas cosas en claro: 

Primero, Caperucita nunca fue una pequeña niña indefensa. Era una adolescente petulante con diecisiete años de edad que sabía perfectamente como cuidarse a sí misma. 

Segundo y muy importante, nunca se llamó Caperucita, que usara un atuendo rojo cuando todo empezó no significaba nada. Victoria Simmons era el nombre que se escondía debajo de la caperuza roja.

Y tercero, pero no menos crucial, el Lobo nunca fue un lobo. Era un muchacho de carácter rebelde y cuyo nombre era simplemente Kenley Benson, claro que el apodo de "Lobo" se lo había ganado en la escuela, poco después de conocer a Victoria.

¿Y si Caperucita realmente mató a la abuela, escondió su cadáver y se fugó con el Lobo?

Conociendo los detalles anteriormente nombrados, comencemos con la historia.

Victoria Simmons era una chica de complexión delgada, alta, con el cabello castaño y ojos tan azules como el mar. De piel pálida y labios rojizos.

Vicky era la segunda hija de un matrimonio en extremo católico, el padre —Horace— era cura de su propia iglesia mientras la madre —Louise— pasaba gran parte de su tiempo en distintas fundaciones benéficas. Su hermana mayor —Jade— se había casado con la persona que su padre le había propuesto. Un buen samaritano de gran corazón (y billetera), el cual a pesar de ser dos años mayor que su prometida había aceptado casarse con ella. Jade había dejado la casa a sus veinte años, cuando Vicky aún tenía dieciséis.

Victoria, además, tenía una pequeña hermana —Katie— que con sólo doce años era el orgullo de sus padres. Excelentes notas, por poco se sabía la biblia de memoria y asistía todos los domingos (y varios días más, después de clase), a la iglesia, como buena peregrina.

Jade y Katie, eran el perfecto ejemplo a seguir.

Es aquí donde la típica hija y estudiante modelo que uno esperaría en una familia de esta índole choca contra la realidad de Vicky.

Victoria nunca había sido una chica que diese demasiados problemas, pero que no fuese igual a sus hermanas ya significaba un problema para sus padres. Uno muy grande.

No asistía todos los domingos a misa como el resto de su familia (había faltado a uno que otro a lo largo de su vida), no bendecía la comida, no tenía A+ en todas las materias ni a un grupo de católicos empedernidos detrás suyo como Jade a su edad. No había alguien que pagara lo suficiente como para convencer a su padre de un matrimonio por conveniencia con ella. No recibía recomendaciones de sus profesores por su buena conducta, aún cuando no les había llegado ningún aviso de que Vicky estuviese metiéndose en problemas. Pero para sus padres no era suficiente, no había manera de que fuese suficiente. ¿Por qué no se parecía a Jade? ¿Por qué no podía ser un buen ejemplo para Katie? 

Nuestra Caperucita Roja llevaba toda una vida tratando de encajar en su cuadrada familia sin éxito. Su padre le recriminaba como se tomaba el pelo, que la blusa era indecente, que los vaqueros estaban rotos, que "llevas mucho labial", que "Jade era más bonita que tú a tu edad" y que de seguro Katie sería más hermosa sin importar cuantos arreglos Vicky pudiera hacerse.

Por eso, Victoria cuando tenía quince años y medio había pedido algo simple, algo que sus padres aceptaron sin poner demasiada resistencia; quería cambiarse de escuela.

Vivir como la sombra de Jade y el mal ejemplo de Katie eran demasiado para ella, por lo que cambió de un colegio en extremo católico "All Saints qué-sé-yo" a uno un poco más convencional; la Escuela Secundaria Ava Ellis, que, aunque ella se lo negó a su padre las veces suficientes como para poder convencerlo, tenía más aspecto de reformatorio que de escuela convencional.

¿Y si Caperucita huyó con el Lobo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora