Capítulo VII | Cenas en familia

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Capítulo VII
Cenas en familia



Aquella mañana había decido ir al trabajo. Se había levantado y preparado un té, como habitualmente lo hacía.

Sabía que no había necesidad de ir, ya había terminado sus trabajos pendientes y tenía tolerancia gracias a su boda, en la cual estaban invitados sus jefes y algunos compañeros. Pero aun así, algo le decía que lo correcto era ir.

Al abrirse las puertas del ascensor en su piso comenzó a andar. Saludaba con una pequeña sonrisa a cada persona con quien se iba encontrando, la mayoría de la devolvía mientras que otros solo la ignoraban. Cuando llegó a su oficina saludó a Holly, quien estaba sentada en su pequeño escritorio leyendo. La muchacha al ver a Jane parecía que estaba sufriendo un paro cardiaco.

—Señorita Smitherson—dijo en su común tono nervioso, el cual utilizaba con frecuencia cuando sus jefes le hablaban. —No tenía idea que regresaría. Me informaron que estaba enferma y la tolerancia de su boda —se levantó rápido de su asiento, quedando cerca de su jefa — ¿Quiere que le traiga un café? ¿Ya ha desayunado? Le podría traer un pan de la cafetería o su desayuno.

—Tranquila, Holly —habló Jane colocando ambas manos sobre los hombros de Holly. —Ya he desayunado y tengo aquí mi smoothie—dijo, mostrándole el vaso  y dejando a la muchacha mucho más tranquila. – Si me necesitas estaré aquí dentro—avisó antes de entrar a su oficina.

Lo primero que hizo fue abrir las cortinas para darle una mejor vista e iluminación a la sombría habitación. Le causó cierta satisfacción al notar que todo seguía exactamente como lo había dejado. Se sentó en su silla y encendió la computadora de escritorio, no tenía mucho que hacer, pues ya se había entregado la edición del mes y apenas se estaban empezando con la siguiente edición, pero sabía no le vendría de más ponerse a escribir un rato. Ver la pantalla de inicio de su computadora fue tan incómodo para ella que tuvo que mirar hacia otro lado, se trataba de una fotografía con Andrew, él la tenía entre sus brazos, ambos se miraba fijamente como si quisieran detener el tiempo y guardarlo para siempre. Aquella foto había sido tomada hacia tan solo unos meses en Milán, en un viaje de fin de semana en donde dejaron todo y se escaparon como todo unos jóvenes enamorados.

Aunque Jane tratara de pasarlo desapercibido, era casi imposible no sentir la presencia de Andrew en cualquier lugar en donde se encontrara. Como si cada rincón tuviera su esencia. Tan sencillo como su misma oficina, ésta estaba repleta de recuerdos de ambos. Podría que jurar que los veía bailar a media oficina, como se despedían calurosamente en la puerta o como se besaban frente a la espectacular vista de su ventana. Tantos recuerdos comenzaban a sofocarla.

—  ¡Holly!—llamó con un grito a la jovencita.

—  ¿Necesita algo, señorita Smitherson?—preguntó, apareciendo a los pocos segundos asomando su cabeza por la puerta.

—  ¿Serías tan amable de traerme un café?

—  Enseguida—respondió sonriente.

Holly era una becaria, pero sin duda era la mejor que pudieron haberle asignado. Era atenta, ordenada, educada y muy inteligente.  Su único defecto era ser demasiado atenta. Si veía a Jane o cualquiera de sus jefes corría tras de ellos ofreciéndoles desde un café hasta lavar sus autos. Aún seguía en la universidad, por lo que solo trabajaba medio turno. Si lograba agradarle a los jefes en unos meses el trabajo sería suyo, y comenzaría a escribir para Life & Style oficialmente.

—Su café, jefa—en menos de dos minutos la muchacha se encontraba de vuela, entró a la oficina y dejó el café en la mesa de su jefa. — ¿Necesita algo más? —preguntó cortésmente. Su voz temblaba ligeramente, pero se veía que intentaba sonar lo más segura posible.

Querida futura yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora