cuatro

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"Su cabello naranja coral se desplazaba con suficiencia entre el relieve del viento y entre las flores desperdigadas de manera inmaculada e incalculable. Sostenía una pequeña Violeta entre sus cálidas manos. Su mirada se perdía finamente entre sus colores, mientras sus dedos jugaban con soltura sobre sus pétalos mientras una risa se le escapaba y se internaba entre mis tímpanos. Su imagen se mecía en mi campo de visión y en el campo verdecido y prematuro.
Amarré entre mis dedos mi colgante de reloj de arena e intenté destronar al tiempo y su curso influyente, deseando así, sostener aquella visión por más que unos ligeros segundos. La niña de orbes azul ceniza se percató de una respiración ajena a la suya e inmediatamente dirigió su mirada ante el ser de estatura baja y que portaba una maschera polvorienta y una identidad invisible para el ojo humano.
Su vista no se apartaba de mi versátil figura y yo comencé a sentirme nervioso y un poco insoluble ante su persistente atención. Con un poco de rigidez levanté mi brazo y de un intervalo a otro giré mi mano en una especie de saludo baldío.

Sonrió.

Sus labios exclamaron palabras que no pude ser capaz de descifrar, mas su aspecto despreocupado y cautivador demostraron que sus pensamientos serían todo menos agobiantes.

Pero la visión se convirtió en un sin fin de recuerdos remarcados y aglomerados entre sí como una destrucción plena y desconcertante. De a poco y sin razón, la niña de mirada positiva se diluía y aparecía ante mí otra 'ella', otra..."

—Couteau.

Vicky sonreía sobre mi rostro, con su cabello colgando y meciéndose tal cual péndulo. Miré alrededor y sólo era capaz de observar cielos grisáceos y tristes. Volteé a mirarla y la encontré con su mirada frágil e indescifrable, por eso, extendí mi mano y toqué su rostro. Sin anestesia. Sin pensar en las consecuencias recurrentes. Sólo quería saber que ella estaba ahí, sin disolverse luego. Vicky se quedó inerte y aguardó su respiración. Me senté y de inmediato quité mi mano de sus pómulos, que estaban enrojecidos quizás por los vientos concurrentes y de un aroma a lluvia repentina.

—Tuve una pesadilla, es eso— recalqué de manera pronta para que no se largase a preguntar por mi inusual acción.

—No hay problema— me miró por un par de segundos y luego desvió su mirada directo a su maletín. Tomó el bloc de notas azules y me lo mostró. En él estaba dibujado a un asegurado Kennet, con unas 'x' suponiendo unos ojos—. Ya no más 'él'.

Sonrió con suficiencia; después se puso en pie para luego girar sobre su eje. Me aproximé mucho más al extremo frondoso de la conífera en la que nos encontrábamos recostados y me quedé admirándola por vastos segundos, deseando que su emoción perdurara por mucho tiempo más. Estuve a punto de alabar dicha suerte pero luego recordé los hechos que repercutieron ante mi 'desmayo' sobre la conífera, acto perteneciente a la chica que acompañaba a tal sujeto. Comencé a preocuparme.

—¿No que era aún tu compañero? ¿Qué sucedió para que ello cambiase?— pregunté sin intentar verla a los ojos, o sino yo escandalizaría ante tal presencia de culpa.

Vicky se detuvo y se acercó a mí a pasos agigantados.

—El rumor de que Kennet deseaba cambiar sus asignaturas extras, era cierto. Esta mañana lo avaló el Sr. Aldrich en la clase de Arte.

El encendido color de sus orbes se apagó de a poco, como si cada palabra que saliesen de sus labios le remarcasen una realidad de doble filo hacia su vida.

Extendí nuevamente mi mano y deseé tocar su rostro otra vez pero un hilo invisible me lo impidió, como si mi acto anterior hubiese sido una daga hacia ella misma. Formé un puño con mis dedos y en el mismo instante intenté quitarme la maschera de encima pero en lugar de ello, comencé a temblar.

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⏰ Última actualización: Jan 17, 2016 ⏰

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Papeles y portales: azules y sombríos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora