Alexia Reed, Alexia Wolf

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 Después de una larga vida huyendo de los que querían darle caza, Alexia Reed, como se hace llamar en este momento nuestra protagonista, se ha establecido en una pequeña ciudad al norte de Nueva York. Ella procede la rama de los Wolfs (Lobos), normalmente cada Metademon añade a su apellido el nombre de su especie animal. Después de llevar años escondida en las montañas, una anciana chamán india le ayudo a camuflar su esencia, con su ayuda y la de su nieto aprendió a pelear sin necesidad de recurrir a sus poderes. Lo que Alexia desconoce, es que Narim no es quien decía ser, su ayuda viene de la mano de un gran dolor y nadie se escapa de pagar el precio.

En aquel tiempo todo era mucho más sencillo que ahora, pero ellos murieron y ella aún sufre su dolor, por eso se juró a sí misma no volver a enamorarse jamás, viviría su vida alejada de todos, ya que su propia familia, quiso entregarla, según ellos para mejorar la raza. Aún recordaba la traición de su propio hermano, Lexy, que así la llamaban con cariño, siempre había confiado en él, desde pequeños la ayudo en todo, pero ese día estaba grabado a fuego en su piel.

—¿Lexy? Estás aquí pequeña— La voz de Julius la saco de su ensoñación.

—Si ¿paso algo? Tengo sueño, déjame dormir — Protestó ella. Al recordarlo aún sentía escalofríos en su piel siendo casi imposible retener el contenido de su estómago, las náuseas amenazaban con ahogarla, nunca jamás sabría si su padre sabía lo que su hermano pensaba hacer esa noche.

—Necesito que me acompañes, en nada estarás descansando— Mintió él, usando esa dulce voz que Lexy adoraba — Vamos perezosa ¿Te he mentido alguna vez?

—Dame un minuto que me vista— Respondió ella,Julius se sonrío para sí mismo al escuchar el ruido de fondo, el sonido de ropa al ser retirada, Poco sospechaba la joven de lo que le esperaba. Había pasado como siglo y medio desde aquella maldita noche, pero las sensaciones se repetían en su cerebro. El miedo no conoce de distancia y cuando llega lo ocupa todo.

Una vez que estuvo lista salió con una gran sonrisa en sus labios, noto a su hermano nervioso y le rodeo la cintura con un brazo apoyando su cabeza en su hombro. Él solo le sonrió como una maldita hiena ante un festín y tomándola de la mano salió corriendo. Correr era decir poco, más bien volaban, pues eran el doble de veloces que un humano corriente y casi imperceptibles al resto. Alexia reía sin parar, al parecer su hermano le tenía preparada una sorpresa y estaba deseando entregársela. Después de un buen rato corriendo, pararon junto a una pequeña urbanización, en donde unos jóvenes escuchaban música y bebían cerveza, un olor extraño impregnaba el aire. Alexia miraba a su hermano sin comprender. De repente se vieron rodeados por media docena de Metademon Tigre, en aquel entonces enemigos por el territorio. Los tigres servían al demonio Xackary, que estaba obsesionado con la joven lobo desde prácticamente que era una niña. Ahora, usando a la enemistad entre los clanes, podía inclinar la balanza a su favor y someter a la chica a su voluntad.

—Aquí la tienes, mi parte del trato está cumplida— La voz del lobo sonó fría y desprovista de emoción, Lexy no podía creer que esto estuviera sucediendo ¿Por qué su hermano la estaba entregando? — ¿Juls por favor, que demonios haces? ─ Gritaba desesperada, todo para acabar siendo empujada por su hermano. Su pequeño cuerpo estuvo a punto de caer al suelo por la fuerza ─ Ahora ya no te debo nada Tigre, aléjate de mis tierras ─ Los ojos de Alexia se abrieron por el miedo, un grito surgió de su garganta cuando unos fuertes brazos la rodearon desde atrás ─ Cabrón prometiste no hacerle daño ─ Gruño Julius, sus ojos buscaban los de su hermana que estaba completamente aterrorizada ─ Lo siento Lex, a veces es necesario hacer sacrificios.

La ronca risa del tigre subió de tono al rasgar la piel de la chica ─Deberías de saber que jamás cumplo mis promesas, Julius. A partir de ahora la vida de tu hermana poco ha de importarte lo que le suceda, ya no te incumbe y créeme, es mejor así, siempre será un blandengue, me la has entregado solo por saldar una deuda ¿Pensabas que la trataría con cariño? Solo la quiero para comprobar una teoría ─ Su risa volvió a resonar y el estómago de Lexy pareció que se iba a salir por su boca ─ Xackary estará muy complacido, ella huele deliciosa, y si él no la quiera, no te preocupes, nuestro trato seguirá en pie, la haré mi esclava ─ Pasó su larga lengua por el rostro de la muchacha saboreando su piel.
Mientras que el tipo que la tenía agarrada jactándose del olor del miedo de su piel, ella notó que la presión que el tigre ejercía sobre ella cedió un poco. Debía de aprovechar su pequeña estatura para librarse de esa pesadilla y lanzando su cabeza hacia atrás le golpeo en el centro de la barbilla.

─ ¡Terrence cuidado! ─ Grito alguien, pero ya era demasiado tarde para la advertencia, el golpe la había pillado la lengua entre los dientes, la sangre ya caía por su barbilla. Todo ocurrió muy rápido, la furia de Alexia se descontroló, no llevaba consigo ningún arma, así que sus manos se trasformaron en garras y su esencia demoníaca se desató dejando a su paso una carnicería, no sabía cómo, pero algo se despertó dentro de ella algo que nadie esperaba ver despertar. Se la consideraba a su edad como un cachorro.
Solo cumplidos los veintidós años, el Metademon lobo estaba completo y ella apenas rozaba la mayoría de edad. Un rugido casi infernal surgió de su garganta dando rienda suelta a su sed de sangre.

 ─ ¿Nadie te ha dicho nunca que Terrence es un nombre estúpido para un tigre? ─ Incluso su voz, era menos aguda que minutos antes ─ ¡Julius, estás muerto, hermano! ─ El recuerdo era vivido, comenzó de manera extraña como un calor que se expandía desde el mismo centro de su pecho. Soltando al tigre, se dirigió hacia su hermano, agarrándolo por el cuello, lanzando su cuerpo lejos de allí. Aprovechó que la confusión causada por su rugido o aullido, era una mezcla extraña de ambos, dejó a todos clavados en su sitio, dándole una pequeña ventaja para salir casi volando de allí. Por mucho que le gustase, no podía enfrentarse a todos, aunque en su fuero interno sabía que eso sucedería, tarde o temprano pagarían.

 Después de tantos años los recuerdos aún le provocaban escalofríos, el mínimo, vislumbre en sueños de aquella noche lograba despertar sus miedos. Narim, la anciana india que la había ayudado tanto tras su huida, siempre le dijo que jamás reprimiera esos recuerdos, debía de enfrentarse a ellos, al igual que lo hizo con quienes le hicieron daño. Los recuerdos trajeron consigo un mal sabor y Alexia necesitaba aire fresco.
Esa noche hacía muchísimo calor, así que decidió salir a tomar algo, siempre que se acercaba la luna llena le ocurría lo mismo. Una sonrisa torcida se dibujó en su cara, quizás esta noche necesitaría una buena compañía, pues no se puede ir siempre en contra de la naturaleza del lobo y aparearse era una jodida necesidad para ellos. De sobra sabía lo que su olor provocaba en el sexo opuesto y no solo su olor, le habría dicho Narim, siempre le decía que su mirada era capaz de traspasar los corazones como el hielo.
Media hora después sus pies se encaminaron hacia la Luna Negra, un curioso nombre para un local de copas, allí esperaba ver a Kiara, su amiga y compañera de fatigas. Hacía un año que la conocía y ella también era una Metademon, pero ella era una Jaguar, aunque eso jamás había sido un impedimento para ellas. Al entrar por la puerta diversos olores la golpearon de lleno ¿Es que no conocían el agua con jabón? Ese es otro de los impedimentos de ser mitad lobo, el olfato era realmente bueno. Arrugando su nariz avanzó hasta encontrar una pequeña mesita al fondo, allí tomo asiento y como siempre sin que ella pidiera Mark, su camarero favorito la recibía con una sonrisa y una copa de su combinado preferido.

─ Kiara no está, preciosa ─ Lexy le sonrío asintiendo, así que se terminó su copa, río un buen rato con los intentos de Mark para llevarla a la cama y se despidió de él con un beso en la mejilla. No llevaba recorrida ni media manzana cuando notó que alguien la seguía, maldiciendo en silencio supo que eran de su especie, así que les guío hasta un sitio apartado, no quería que ningún humano viera nada que pudiera levantar la voz de alarma, pues, sabía que cierto demonio aún le seguía la pista, haciendo como que buscaba algo en su bolso ralentizo el paso hasta quedar parada completamente, al girarse vio la sombra de dos «hombres», sonriendo para sí misma, cabeceo hacia ellos, la noche se acababa de volver muy interesante.

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