Algo de reflexión

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Cuesta volver a empezar, dejar atrás y soltar todo lo que alguna vez nos hizo mal, para seguir con nuestras vidas y, qué se yo, conocer nuevas personas, otros lugares o incluso sentimientos.
Sobretodo, es muy difícil olvidar esos pequeños pero muy importantes momentos de nuestro pasado. Esos momentos que quizás al recordarlos te sacan una sonrisa o te despiertan esa sensación de tener un nudo en la garganta o las ganas de romper todo. Esos momentos que, si lo pensamos bien, marcaron un antes y un después en nuestras vidas y hasta en nuestras actitudes. Lo más genial de esos momentos es que, para bien o para mal, cambian a uno. Pueden volvernos mejores o peores personas, más o menos cautos, más o menos crédulos o hasta pueden hacer que uno se vuelva completamente frío y que toda la confianza que tenía se vaya.
Dicen, por lo que escuché, que el primer paso para el cambio es reconocer que uno necesita de él, pero ¿de qué forma uno reconoce que necesita, que tiene que cambiar?. Por experiencia, reconozco que tengo que cambiar algo en mi vida cuando todo me pesa y molesta, cuando todo me agobia o cuando estoy deprimida todo el tiempo y no sé por qué. Busco en todas mis actitudes, acciones, situaciones y entornos algún motivo para cambiar, aunque no siempre es tan fácil encontrar el o los motivos y mucho menos encontrarse a uno mismo dentro de todo este quilombito que solemos llamar vida. Ese es (supongo) el segundo paso; encontrarnos, aceptarnos con nuestros ángeles y demonios, ser honestos con lo que nos pasa y nuestros sentimientos. A veces, sirve muchísimo tener a alguien con quien hablar sobre "eso" que nos pasa, sobre eso que al rebuscar y recorrer nuestro interior encontramos y quizá no nos gusta o nos asusta. No necesariamente debe ser un profesional, como un psicólogo, sino que también puede ser alguien en quién confiamos mucho.
Me dijeron que para poder cambiar hay que decidirse y convencerse, poner una meta, y no solamente eso sino que busquemos algo o alguien en quien apoyarnos y nos acompañe en todo ese proceso. Tenemos que querer realmente llegar a ese lugar que esta entre el ahora y el otro lado después del cambio. Y sentirnos acompañados, sentir que nos comprenden, ayudan y motivan para ser otras y mejores personas.
Por todos lados dicen que hay más etapas y pasos, pero, en realidad, la vida entera es un cambio continuo. Y no, no se divide en pasos, etapas o como quieran decirles. Vivimos en continuo cambio, y eso es lo mejor, que nunca sabemos quienes somos, ni quienes vamos a ser en el final del camino, pero si sabemos quienes fuimos y quienes no debemos ser jamás.

Planteos de una adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora