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POV GUILLERMO.

Caminábamos de vuelta a casa, aún el beso había quedado grabado en mis labios, todo lo que había anhelado, lo que estaba deseando, lo había conseguido.

Recorríamos la calle callados, no necesitábamos palabras para expresar lo que uno sentía por el otro, el beso había hablado por nosotros.

Llevábamos al rededor de una hora caminando de regreso a casa, empezaba a pensar que nos habíamos perdido, ¿pero cómo hacerlo, estando el conmigo?. Si estábamos juntos jamás nos perderíamos. Y eso se comprobó ya que encontramos la casa.

Abrí la puerta y pasamos, tan rápido entramos y Vegetta se acercó a mi y me besó otra vez, su beso fue tierno y dulce, parecían años desde que nuestros labios no se tocaban, el beso se fue acelerando y haciéndose más fuerte, nuestros labios y lenguas bailaban en la boca del otro. Vegetta agarro una de mis piernas y la paso por su cintura, sabía lo que quería hacer por lo que pase mi otra pierna por su cintura.

Me llevo a su habitación y se dejó caer en la cama junto conmigo, nuestro beso se intensifico, nuestros labios batallaban, pidiendo más. Las manos no se hicieron faltar, empezamos a acariciarnos, recorríamos cada rincón, temiendo que al dejar de tocarnos fuéramos a desaparecer.

Nos sacamos la ropa hasta quedar semidesnudos, descendió su boca hasta mi cuello y comenzó a besarlo con voracidad.

Lo detuve, era la primera vez que hacía algo de este tipo, aunque quería no puedo, me separe de él.

Lo siento, no quiero presionarte, entenderé si no quieres- Dijo Vegetta separándose de mí.

No es que no quiera, sólo que no quiero que me lastimes- le dije apoyando mis manos en sus mejillas para obligarlo a mirarme a los ojos.

Nunca lo haría- me dijo y me abrazo.

Esa noche no se borrará de mi menté, el fundirnos no sólo en cuerpo, fundirnos como uno, sino recordare esa noche donde acordamos ser uno sólo.

TE AMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora