Capítulo 7

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Estaban almorzando en el viejo restaurant de la ciudad, Marylin había pedido fideos con salsa, Jack una hamburguesa completa, y Alfred, arroz con atún.
Sentados en una de las últimas mesas del fondo, podían visualizar la cantidad de gente que seguía ingresando al negocio, habían tenido suerte de llegar temprano, a las 10am exactamente. Pero primero, charlaron abuelo y nieta de cosas sin sentido, comentarios del barrio, peleas, etc. Jack se sentía ajeno a lo que estaba pasando a su alrededor.

— Muchacho, ¿Estás bien? —preguntó el anciano, luego de llevar un trozo de pescado a su boca.

— Si —contestó mirando la mitad que quedaba de su hamburguesa— Solo estoy algo cansado.

— Y tus padres, ¿A qué se dedican?

— Mi madre es catequista y mi padre tiene una herrería, además de campo

— Yo también tenía—suspiró— Pero con mi esposa abandonamos todo para venir a la ciudad y comprarnos una pequeña casa.

— ¿Qué pasó con su esposa?

— Murió hace diez años —susurró con lágrimas en los ojos. Lo miró fijamente al muchacho— Se suicidó

— Lo... Lo siento —alcanzó a decir Jack, nervioso.

— No te preocupes. Pronto nos volveremos a encontrar —sonrió de lado.

— No digas eso abuelo —lo retó Marylin— Debes quedarte mucho tiempo aquí, conmigo

— Todo puede pasar, hija —la miró— Nadie está a salvo, ni siquiera tú

Marylin recordó a su tía y un escalofrío recorrió su espalda.

— Si me permiten, iré al baño —dijo Jack, levantándose de su silla— Enseguida vuelvo

Luego de él que se fuera al otro lado del restaurante, Alfred enfocó sus ojos en los de su nieta.

— ¿Que está pasando abuelo? —preguntó la chica.

— Busca venganza —contestó con lágrimas en los ojos.

— Pero, ¿A quién busca?

— Al que le hizo esto. Pero lo extraño es que ha matado a un chico inocente, que ni siquiera era nacido cuando a ella le sucedió eso —comentó el anciano.

— Ella habló conmigo

— ¿Cuándo?

— A la madrugada. Te lo advertí, fue lo único que dijo

— No entiendo, ¿Que quiere de ti?

— ¿Que quiere de Jack? —susurró Marylin.

— ¿Jack?

— Si, luego de decirme eso, fue a la habitación de él y lo rasguñó

— Lo marcó —sentenció Alfred— Él es el próximo. Debes irte de allí

— ¿Porqué? —preguntó desesperada. No quería que nada malo le ocurriese.

— No se puede hacer nada para evitarlo —sonrió de lado— Lo lamento

— ¿Y tú?

— Hasta ahora no me ha visitado —suspiró— Solo me queda esperar a que lo haga. Así que, pequeña, te vendrás conmigo

— ¿Que le digo a Jack? No quiero dejarlo solo —comenzó a sollozar.

— Tranquila. Si él sigue usando el rosario que tiene en su cuello, no podrá acercarse, pero si se lo quita, no se salvará

— No entiendo. ¿Por qué Jack? Tampoco era nacido cuando murió

— ¿Cuál es su apellido? —frunció el ceño.

— Morrinson —susurró Marylin, y se dio cuenta.

— Ajá —confirmó el anciano— Es familiar del que fue su novio, el maldito cobarde huyó de la ciudad y nunca pude encontrarlo. Si no, lo hubiese matado, todo lo haría solo por mi hija. Estoy seguro que fue el quién la violó y asesinó —dijo mientras una lágrima se resbalaba de su mejilla.

— Tranquilo abuelo, si no, se te subirá la presión —dijo y le colocó una mano sobre la suya.

— No sé qué haría sin ti, pequeña. Ya no me queda nadie

— A mí, solo me quedas tú. No me abandones —le dijo con lágrimas en los ojos.

En ese momento, Jack volvió del baño y se sentó en su silla.

— ¿De que hablaban? —preguntó el joven, tomando de su refresco.

— De que Marylin debe asistir a un curso de verano en la Universidad, así que tendrá que quedarse conmigo —se adelantó a hablar Alfred.

Jack la observó y ella asintió.

— Está bien —levantó las cejas— Pero antes debemos ir a recoger las cosas y luego, la dejaré en tu casa

— ¿Qué cosas? —indagó el abuelo.

— Mi ropa —contestó Marylin.

— Claro, está bien. Yo me iré caminando —sentenció Alfred.

— Bueno, iré a pagar la cuenta —su abuelo le tendió un billete de cien dólares y ella en respuesta, sonrió. Se dirigió hacia el mostrador dejando solo a Jack y al anciano.

— Cuida de mi nieta, jovencito —aconsejó Alfred— No quiero que le suceda nada

— Señor, por favor, debe preocuparse por su vida antes que de la de Marylin. Ya sabe que a usted no le queda mucho tiempo, ¿Verdad? —sonrió maliciosamente.

— Lo sé —respondió— Ella no es culpable de nada y espero que tú tampoco

— Ya veremos —dijo, y sin más camino hacia la puerta, donde su novia se encontraba. La chica sonrió a su abuelo y se fue.

— Solo un mensaje —susurró el anciano, mientras sacaba del bolsillo de su pantalón el celular.

"Mary, ten mucho cuidado, él no es confiable. Lo más rápido que puedas regresa a casa. Yo llegaré más tarde. Te quiero"

Trató de enviarlo, pero la primera parte se borró y solo envió la segunda.

— Esta porquería de tecnología —susurró enojado.

Otra vez, se dispuso a crear de nuevo el mensaje completo pero el celular se apagó.

Un escalofrío recorrió su cuerpo.

No podría escapar.

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