PROLOGO

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¡Siento que el mundo me cae encima!, jamás había tenido la sensación de que mi vida, tal y como la conocía, se fuera al carajo, ¡todo lo que luche para tener un alto grado de popularidad en mi anterior colegio! Ahora sí sé que no todo es color de rosas ¿Cómo será mi graduación ahora? ¿Llena de gente que ni conozco en un pueblo que apenas esta mañana sé que existe? ¡Justo ahora que había planeado todo para el fin de año! ¿Qué pasara con las clases de música? ¿Qué pasara con mi futuro? La vida no es justa con los justos, eso lo aprendí a las patadas ¡Yo no he hecho nada malo! ¡Mi madre tampoco!, a ella todo le ha ido mal desde que murió mi abuela y empezamos a vivir de arrimados donde mi tía Martha, quien perdió su empleo la semana pasada, y el triste salario de su esposo combinado con el triste medio salario de mi madre no alcanzaban ni encimando monedas para sostener a siete personas (mi hermano Juan, mi madre Amanda, mi tía Martha, su esposo y dos hijos, y yo) en una casa de tres habitaciones con cuatro meses de alquiler atrasados. Ahora todo nos cae encima, el dueño pidió la casa en el mes de agosto, y empezamos a buscar casa en noviembre, ¡Los salarios juntos no alcanzaban para un sitio donde pudiéramos estar todos juntos! Así que a mi madre se le ocurrió la grandiosa idea de irnos a vivir a una casa que tenía mi abuela no se hace cuanto, y no se en donde, pero ella "sabía lo que hacía", así no tendríamos que pagar alquiler y mi tía y su familia vivirían solos en una casa que si pudieran pagar.

Así que aquí estoy, en un shock total, a pleno mes de diciembre viajando para ese pueblo, en la silla más incómoda junto con el idiota de mi hermano, quien rebuzna palabras de odio sin cesar mientras duerme, y golpeándome la cabeza con la ventana cada vez que el maldito autobús da una curva o frena en seco. Mi madre me mira con desilusión desde la silla de al lado, ella sabe que no estoy de acuerdo, pero yo la entiendo, ella está sufriendo mucho con todo esto, más aun, cuando mi hermano le habla con desprecio por no poder estar con sus compañeros, a pesar de todo eso yo amo a mi madre más que a nadie, y la voy a apoyar en todo lo posible.

Una brusca sacudida me golpea más fuerte contra la ventana, despertándome de todos mis pensamientos y regresándome a la realidad, el autobús frena bruscamente de nuevo.


-Hemos llegado a nuestra última parada. -Dice el conductor.


Miro a mi madre quien coge las maletas y me alienta con la cabeza para que me levante. Le doy un par de codazos a mi hermano.


- ¡Levántate Juan!, ya llegamos. -No responde, así que le doy un codazo más fuerte. - ¡Levántate idiota que ya llegamos! -Le grito.


Se revuelve en la silla y abre los ojos con odio y repugnancia.


- ¿Ya llegamos a este "hueco"? -Dice como si se hubiera untado de porquería.


-Sí, ahora levanta tu maldito y sucio culo y bájate de esta mierda de autobús. -Le respondo irónicamente.

Se levanta de mala gana haciendo fuerzas para no caerse y hala su maleta bruscamente, hasta que cae encima de mí, ahogo un insulto, sé que lo hace a propósito, pero no le doy importancia. Coge la maleta, me mira mal y rebuzna una que otra maldición mientras baja del autobús. Cojo mi maleta y me aproximo a la puerta de salida.


Al salir observo una calle llena de casas que se acomodan una a una hasta llegar al fondo donde veo una casa aislada de las otras.


-Nuestro nuevo hogar. -Dice mamá con un tono aliviado.

Está pintada de un color azul marino, parece que lleva mucho tiempo inhabitada, aunque la semana pasada le hicieron oficio y organizaron todas las cosas, tiene dos pisos y un balcón donde ya se encuentran las plantas colgantes de mamá, tiene tres habitaciones un baño a medio hacer y un patio trasero muy grande, tiene una ventana al lado izquierdo del balcón abierta donde se ve una habitación que aparenta ser espaciosa y muy privada. "¡Esa de seguro es mi habitación!" digo con un tono infantil en mi voz, mi madre me mira y asiente con la cabeza, ella se encamina por el sendero hecho de piedras y concreto, hasta la entrada de la casa, saca una llave y la introduce en la perilla descolorida de la puerta hecha de madera, la cual ha adquirido un color rustico con los años. Mi madre empuja fuerte, y se oye un ruidoso chirrido, la puerta de abre por fin, y nos da una vista de una casa muy ordenada, con un piso decente adornado con baldosas color madera, y unas paredes con un color azul un poco más oscuro que el de la fachada de la casa. "Hicieron un buen trabajo arreglando esta casa" pienso irónicamente, la entrada es sencilla, se ve la sala al lado derecho adornada de par en par con un juego de muebles color marrón y una mesa de centro con patas de madera y una superficie de vidrio, encima de la mesa hay un montón de adornos que mi madre colecciona y enfrente de esa mesa de centro, hay una mesa más grande la cual sostiene un televisor muy viejo, grande y parece pesar unas diez toneladas, al lado derecho de la sala, contra la pared, hay un bife de madera muy clara, en perfecto estado, también lleno de adornos que colecciona mamá, al fondo de la sala de estar esta la puerta que conduce a la cocina, la cual debe estar llena de electrodomésticos que le heredo a mi abuela, al fondo de la cocina esta la puerta que conduce al patio, donde deben de estar el resto de plantas de jardín mamá, y Pluto (el perro más joven que teníamos en la casa), al lado izquierdo de la sala hay una puerta que conduce al comedor y al lado de esa puerta se alzan unos escalones del mismo color del piso, las subo, y llego al segundo piso donde se encuentra un pasillo de madera y detrás de la baranda de los escalones el balcón, al fondo del pasillo hay una orquídea que adorna el piso, y las paredes son adornadas por cuadros con fotografías familiares, se ven las habitaciones de una en una desde el fondo al lado izquierdo de las orquídea, hasta a la derecha del lado del balcón. Me doy vuelta y entro a la habitación del lado del balcón detrás de las escaleras, observo la ventana cerrada y el reloj que ya anuncia las 5 con 30 de la tarde, debajo del reloj de pared, al lado derecho de la habitación se halla mi ordenador en su escritorio, justo a mi lado derecho pegado contra la pared, esta mi estante lleno de libros, enfrente de mi esta mi closet abierto de par en par totalmente desocupado (a organizar, miro mis maletas con pereza irónica), y a su lado pegada a la pared donde está la ventana cerrada, esta mi gloriosa cama, dejo las maletas en el suelo y de un brinco llego a la cama, donde sin importar nada duermo hasta el otro día, sabiendo que mi madre me despertara a gritos porque no organicé la ropa. Y hay quedo, por el día de hoy, tirado en la cama de mi nuevo pero nada agradable hogar.


Desenfrenada JuventudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora