Capítulo 10

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Cuando desperté, la cabeza todavía me daba vueltas y el sabor a sangre inundaba mi boca. Después de toser la sangre que todavía tenía taponando mi garganta y relajarme un poco, me paré a examinar el entorno que me rodeaba. Era una gran extension de vegetación quemada y yo estaba sentada sobre un arbol mugriento y carbonizado.

Delante de mi había una botella de agua y un cuervo.

-¿Eres tú? - le pregunté.

Él afirmó con la cabeza y me señaló la botella con el ala.

Cogí la botella, hice varias gárgaras y las escupí para quitarme el sabor y los restos de sangre y bebí hasta saciar mi sed.

A continuación, él levantó el vuelo y empezó a volar hacía una casa que se veía a lo lejos.

Por alguna razón, a medida de que nos íbamos acercando, ese lugar se me iba haciendo más familiar, como si ya hubiese estado allí hace mucho tiempo.

Cuando llegamos frente a la casa, gran cantidad de recuerdos que nunca antes había tenido vinieron a mi mente. Claro que conocía esta zona, y más todavía esta casa. Numerosos recuerdos de mi jugando, comiendo y riendo allí se me iban cruzando.

También de mi madre y de un hombre al que no conocía.

Aunque de alguna manera, le tenía aprecio a ese hombre.

Le tenía cariño, mucho cariño.

Y mi madre también.

Parecíamos felices.

Parecíamos...

una familia...

Eso era, él era mi padre, mi verdadero padre, no el que me había estado cuidando durante todos estos años.

Pero algo pasaba ese día.

Ese día era especial para mi.

Era la noche de navidad.

Una luz me despertó esa noche. Me levanté para ver si era ya de día para poder abrir los regalos junto a mis padres. Corrí las cortinas de mi cuarto de lado a lado y vi la luz.La luz del fuego quemándolo todo a su paso. Rápidamente volví atapar la ventana y salí corriendo por el pasillo.

-¡Mami! ¡Papi! -grité desesperadamente por el pasillo con los ojos inundados en lágrimas y con el corazón en un puño.

Seguí gritando por el pasillo mientras me secaba las lágrimas. Todo a mi alrededor iba cogiendo el color anaranjado de las llamas. Llamas de dolor y sufrimiento.

Después de mucho correr mientras la casa se iba inundando de esas llamas, vi a mi padre a lo lejos.

-¡Papi!

Detrás de él había varios escombros amontonados sobre algo. Sobre una figura humana. Sobre...

-¡Mami, ¿que te pasa?! ¡Corre! ¡Mami!¡Mami! -grité todo lo que pude llena de miedo.

Mi padre llegó junto a mi, me cogió en brazosy siguió corriendo escaleras abajo.

-¡Papi, ¿qué pasa con Mami?!

Él me hizo caso omiso y siguió corriendo.

Después de llegar al final de las escaleras, me soltó en el suelo, me cogío la cara entre sus manos y me miró directo a los ojos.

-No te preocupes Raven. Todo va a salir bien.-me dijo en un tono cariñoso y calmado, aunque sus ojos expresaban emociones totalmente opuestas.

Después de decirme aquello, gritó un nombre.

-¡Sebastian!

Un hombre de pelo negro como la noche y ojos carmesí apareció de la nada.

-¡Sebastian, llévate a Raven lejos de aquí y protégela con tu vida! ¡Es una orden!

El hombre respondió con una ligera reverencia, me cogió en brazos y salió corriendo fuera de la gran casa. Cogió uno de los caballos de la cuadra, en concreto el de mi madre, y ambos salimos corriendo.

A medida de que íbamos avanzando, yo comenzaba agritar y llorar más.

-¡Papi! ¡Mami! ¡Papi! ¡Mami!

Antes deque aquel hombre de ojos carmesí me mandara a callar, se escuchó una explosión detrás de nosotros.

El cuervo de mi ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora