Capitulo 8

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Me desperté al mismo tiempo que la alarma empezaba a sonar.
Por primera vez no me había desvelado en mitad de la noche. Por primera vez no había deseado que acabase. Por primera vez había tenido un agradable sueño en vez de una pesadilla.

Hoy era viernes, así que tendría todo el fin de semana para pensar sobre ese sueño, o incluso volver a tenerlo.
Cogí la ropa del armario y me fui al baño. Me desvestí y me metí en la ducha. Después de ducharme cogí la toalla, me sequé y me puse la ropa interior. Ya llevaba un rato con un picor rn el ojo derecho, así que cogí un pequeño espejo de bolsillo que siempre tenía y me examiné el ojo en busca de alguna pestaña. Finalmente no encontré nada en el ojo, pero antes de guardar el espejo mire de reojo hacía reflejo trasero en el gran espejo situado encima del lavamanos. No me lo podía creer. El símbolo que tenía Sebastian en su mano izquierda durante el sueño estaba ahora en el centro de mi espalda justo debajo del cuello. Como podía ser eso posible.

-Este simbolo también lo tienes tu grabado en tu piel, y simboliza el contrato que firmamos y que nos une de por vida.

En aquel momento no le di importancia, pero ahora todo tenía sentido.
Aquello me impacto de tal manera que perdí el equilibrio y empecé a tener ligeros espasmos que fueron incrementando.
Casi de forma instantánea mi padre entró por la puerta y me ayudó a sentarme en una banqueta del baño mientras yo seguía temblando.
No fue hasta que empecé a vomitar sangre que mi padre llamó a la ambulancia. Lo último que escuché antes de desmayarme fue a la enfermera que me llevó hasta la camilla.
-Está muy pálida y no para de temblar y vomitar sangre. -decía- La estabilizaremos en cuanto lleguemos al hospital, así que no se preocupe.

El cuervo de mi ventanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora