Capítulo 4

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Thranduil estaba frenético. Había buscado hasta en el último rincón de su gran palacio, pero no había podido encontrar a Legolas. 

Hacía poco había irrumpido en la habitación de Arwen, esperando ver a su hijo allí escondiéndose de él. Pero solo había encontrado a Arwen sentada en su cama, siendo regañada por su madre mientras su padre observaba con una sonrisa amable. 

Elrond había visto la cara de su amigo y supo al instante que Legolas no estaba donde debía estar. Se unió a Thranduil en la búsqueda, y ahora estaban en el patio dando órdenes a los soldados para que ayudaran a buscar al príncipe desaparecido. Ordenaron buscar incluso fuera de los muros de palacio. 

El corazón de Thranduil temblaba horriblemente en su interior. Estaba aterrorizado al recordar la última vez que Legolas había desaparecido. Habían encontrado al príncipe una semana más tarde, tumbado débil y medio muerto en el antiguo calabozo. Thranduil había jurado que nunca volvería a pasar por ese horror, pero parecía que su pesadilla estaba a punto de repetirse. 

"¡Padre! –Keldarion apareció de repente de la nada, dándole un susto. El rey casi se había olvidado de su otro hijo-­. ¿Qué pasa? ¿Por qué hay guardias corriendo por todas partes?" –preguntó el príncipe. 

Elladan y Elrohir estaban detrás de él, intrigados. El comandante Linden iba un poco más lejos. Acababa de ser informado por sus soldados y su rostro mostraba claramente su preocupación por el bienestar de Legolas. 

"Tu hermano ha desaparecido, Kel" –le dijo Thranduil a regañadientes. 

"¿Qué? ¿Otra vez? –exclamó Keldarion, consternado-­. ¿Qué pasó?" 

"Es una larga historia. Lo importante ahora es encontrarlo rápido" –saltó Elrond con rapidez, antes de que pudiera comenzar una discusión. Keldarion era muy protector con Legolas, y si se enteraba de que su propio padre era el causante del dolor de su hermano, el normalmente templado príncipe explotaría en el acto. 

"Podemos ayudar" –dijo Elrohir. 

"¿Por dónde empezamos?" –preguntó Elladan. 

"La casa del árbol –sugirió Elrond-­. Ustedes dos pueden buscarlo ahí." 

Los gemelos salieron corriendo hacia el árbol que había sido su campo de juegos esa misma mañana, Linden tomó algunos guardias para buscar en las mazmorras y Thranduil se precipitó hacia el jardín siguiendo su instinto, con Elrond y Keldarion corriendo tras él. Algunos sirvientes ya estaban allí, buscando en los árboles y arbustos. Todos ellos llamaban el nombre de Legolas, pero no recibían ninguna respuesta. 

"¡Mi señor!" 

El rey se dio la vuelta y vio al jefe de los mozos de cuadra corriendo hacia él. 

"¿Qué pasa? ¿Sabes dónde está mi hijo?" 

"Creo que sí, mi señor –respondió el otro elfo-­. Lo encontré escondido debajo de la zarza de ortiga negra detrás de los establos. No puedo alcanzarlo y él no sale." 

"¿Qué?" –dijo Keldarion, conmocionado. 

"¿El arbusto de ortiga negra?" –Thranduil se volvió mortalmente pálido. 

"Que los Valar nos ayuden" –suspiró Elrond. Luego salió hacia los establos con Thranduil y los demás. 

El elfo los condujo directamente a los arbustos de ortiga negra que crecían a una buena altura detrás de la cuadra principal. Las plantas llevaban allí mucho tiempo, con el objetivo de evitar que los caballos huyeran al bosque que estaba tras ellas. Nadie había pensado que un niño podría esconderse en ellas, pues contaban con largas y afiladas espinas urticantes. Incluso sus hojas oscuras estaban cubiertas de pequeños pelos que causaban la inflamación de la piel. Pero estaba claro que Legolas no había pensado en ello, o tenía demasiado miedo de su padre como para pensar correctamente. 

Elflings Aterrorizados en un Carro DescontroladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora