v e i n t i d ó s.

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El dolor del golpe en mi nariz aún no desaparecía por completo, en realidad ni siquiera había disminuido.

― Alonso ―lo abracé de la cintura― ¿en serio no se me va a caer la nariz?

― ¿Todavía te duele? ―asentí― Ya te dije que eso es normal, vas a estar así toda la semana.

Hice una mueca y luego me dediqué a prestar atención a la melodía que Alonso tocaba en su piano virtual.

― Hola, muchachos ―dijo el profesor de cálculo entrando al salón.

Todos nos fuimos a nuestros respectivos lugares y de inmediato comenzó con su clase.

La verdad es que la clase se me pasó muy rápido, estuve entretenida resolviendo un par de ejercicios.

Lo sé, qué aplicada yo, ¿verdad?

La siguiente clase era la de ciencias de la salud. Hoy nos tocaba exponer así que para poder conectar el iPod al proyector necesitaba un adaptador. Le pedí permiso a la maestra de ir a la dirección por uno y rápidamente regresé al salón.

Con interrupciones y críticas nada constructivas por parte de Jos, pude terminar mi exposición tomándome más tiempo de lo que requería.

Gracias, Jos.

― ¿Trajeron sus adornos? ―preguntó la maestra mientras se levantaba de su silla.

Les contaré.

Hace una semana la maestra nos había pedido traer adornos con motivo del día de muertos, pues debíamos adornar el salón y el corcho en donde nos colocaban los avisos del mes, las fechas de los exámenes parciales y alguno que otro aviso.

El día anterior Jos se había ofrecido a comprarme mi adorno y yo se lo agradecía porque cerca de mi casa no hay ni una papelería.

+ + +

La clase de ciencias se había pasado rápido gracias a que estuvimos adornando el salón, no nos había quedado hermoso pero al menos se veía decente.

Ahora todos nos encontrábamos en una mesa de la cafetería comiendo.

Alan se encontraba a mi lado y aproveché para subir mis piernas sobre las suyas; cada vez nos llevábamos mejor y eso me gustaba.

Diez minutos después ya nos encontrábamos en una de las bancas que se encuentran afuera del salón. Estaba sentada a un lado de Meli ya que Bryan aún no llegaba y Jos estaba al otro lado de Meli.

― Ya no hay agua en el garrafón ―se quejó Bryan mientras se aproximaba a nosotros.

― Yo tengo ―sonreí― ¿quieres?

Él asintió y aceptó mi botella de buena gana.

― Ten, Emma. Gracias ―dijo extendiéndome la botella.

― No, mejor ahorita me la das ―sonreí― es que está muy fría.

Asintió y la colocó en el piso, justo a un lado de él.

― Emma ―miré a Jos― ven.

Me levanté con un poco de pereza y me paré frente a él.

― ¿Qué pasó? ―pregunté.

― Nada.

Entorné los ojos y él sonrió.

Me quedé parada por unos momentos pero el sol estaba quemándome, así que decidí sentarme a un lado de Jos pero entonces me percaté de que había un plato a su lado. Lo agarré y lo llevé al bote de basura y cuando volví me senté a su lado.

¡Hey, Jos! (Versión extendida) |Jos Canela| [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora