Y nunca más lo volvió a ver. No volvió a saber nada de él, de su cuerpo, de sus sentimientos, de sus dolores, ni de su pasado. Él ya era parte del pasado después de haber sido su único presente aun en las dificultades. Y nunca más lo volvió a ver.
No fue fácil, su figura se le representaba en cualquier canción que escuchase y que en algún momento haya significado algo para ellos dos. Cada lugar por el que pasaba le recordaba que ahí tuvo su primer beso con él, alguna de sus tantas discusiones, algún que otro chocolate que él le había regalado y que después ella guardaría el envoltorio en una cajita, para que cada vez que lo extrañe, lo vea y se acuerde de él.
Entendió que debía dejarlo atrás, que tenía que dejar de escuchar esa canción para dejar de pensarlo, que, por más doloroso que sea, tenía que tirar a la basura ese envoltorio de chocolate. Entendió que fue su presente y su único motivo de sonrisa pero que también fue motivo de llanto y de desesperación. Entendió que debía buscar por otro lado, que ya no era feliz con solo verlo y recibir sus besos. Entendió que debía dejar de buscarlo, y buscarse ella misma, buscar su felicidad, buscar otro causante de risas y sonrojamiento.
Supo que no sería fácil. Lloró, gritó, maldijo su nombre una y otra vez, se abrazaba a la almohada para que nadie escuchase su llanto y su dolor, se levantaba y buscaba miles de razones para no caer y seguir su propio camino sin él. Y se repetía mil veces que esto no era lo que quería, que se merecía estar bien sin él, que ya no lo necesitaba, que ella podía ser feliz sin su presencia.
No pudo evitar saber algo de él, el mundo es tan pequeño... Y se le volvió a inundar el alma cada vez que alguien lo nombraba, se ahogaba con solo saber que él estaba feliz sin ella, y que muy rápido había podido deshacerse de lo que ahora a ella le quebraba el corazón.
Siguió. No se rindió. Siguió llorando y preguntándose por qué le pasaban cosas tan fuertes, por qué se encariñaba tan rápido con las personas, por qué no había sabido alejarse a tiempo... ya era tarde.
Ella sabía que no era imposible, que alguna canción podría servir de aliento, que algún consejo de un amigo podría repararle el corazón y las ganas de seguir. Ella sabía que la esperaba algo mucho mejor. Ella sabía que se lo merecía. Y él no sabía que estaba viendo como la persona que más lo amaba en el mundo, se estaba alejando, y él la estaba dejando ir.
ESTÁS LEYENDO
ELLA
RandomELLA Nadie dijo que ser adolescente era sencillo. Y no lo es. Los primeros amores, las nuevas amistades, las peleas, discusiones, sentimientos encontrados. Breves cuentos basados en la vida de una adolescente de 16 años.