Y acá es donde todo vuele a suceder. Donde nada cambia. Un círculo vicioso que defenestra los sentimientos y se burla del dolor de cada uno.
Era más fácil dejarlo pasar y hacer como si nada. Pero ese "como si nada" esconde traiciones, llantos, desesperaciones.
No voy a hablar de decepciones amorosas o de desengaños. Voy a hablar sobre los sentimientos más puros de la vida; la amistad. Puro porque mirás al otro en señal de admiración. De respeto. Puro en un mundo donde nos enseñan a mirar por uno mismo, y uno mismo mira al otro.
La amistad es el claro ejemplo de que lo destruido puede volver a construirse.
Imagínense una vida sin amistad. Todos perdidos. Desolados. Tristes. Aburridos. La incapacidad de verse en el otro. El sentimiento ajeno. No existiría nada. No existiríamos nosotros.
Dicen que nada es perfecto, y la amistad no es la excepción.
Hasta me animo a decir que una amistad rota puede doler mucho más que un corazón roto por una desilusión. Me animo y lo confirmo.
Ella no conocía otra realidad más que la amistad. A veces, dolía, sí, dolía, pero sabía que ese círculo vicioso de siempre, algún día podía terminal. Bien o mal. No lo sabía. Como tampoco sabía lo que le esperaba la vida.
Y en esos momentos en la que su realidad se derrumbaba, Ella intentaba reconstruir cada sonrisa y cada alegría compartida.
Se ponía el antifaz de mediar lo que sucedía, evitando que sus palabras rompan el corazón del otro.
La amistad era su pilar. Y muchas veces, no lo era para todos.
No todos tienen la capacidad de apoyarse en algo tan sólido y tan vulnerable a la vez. Y qué lástima que no todos puedan darse cuenta de la importancia de poder ver a través del otro.
Se sentía incompleta. No era lo que ella buscaba. Aun sabiendo que no hay dos personas iguales en el mundo.
Pero valoraba lo que le tocaba en el reparto de corazones sinceros. Porque eso le había tocado. Estaba rodeada de personas con los corazones más sinceros. Y que suerte tenía.
Lo que Ella no sabía era que esos corazones sinceros a veces se rompían en mil pedazos, y a veces también, era muy difícil recomponerlos y sanarlos.
El desgaste.
El cansancio.
El pilar derrumbado.
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ELLA
RandomELLA Nadie dijo que ser adolescente era sencillo. Y no lo es. Los primeros amores, las nuevas amistades, las peleas, discusiones, sentimientos encontrados. Breves cuentos basados en la vida de una adolescente de 16 años.