La muñeca de porcelana.

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Todas las noches mi madre solía asegurarse de que mi ventana se encontraba cerrada. ¿Porqué? No lo sé. Supongo que sería una de sus extrañas manías.
Por mucho que ella confirmase que mi ventana se encontraba cerrada, todas las noches notaba una leve brisa fresca rozando mis pies, provocándome un breve tiriteo.
Abría los ojos y miré fijamente a mi muñeca de la estantería.
Su piel, blanca, frágil, simplemente echa de porcelana. Sus ojos, que hacen una mueca de tristeza. Su vestido, echo de una serie de gamas violetas; una parte más oscura y otra más clara. Su pelo, encrespado, despeinado, y recogido en un par de trenzas.
Me concentré en sus ojos, pues notaba que me intentaba transmitir algo. Tenía sueño, mucho sueño. ¿Cómo que una muñeca me está intentando transmitir algo? ¡Es tan solo una simple muñeca! Volví a mirarla. La misma expresión de antes. Algo cayó sobre su mejilla, una lágrima, tal vez. Me fijé intensamente en aquella mancha rojiza. Una lágrima rojiza. Una lágrima... ¿de sangre?
Un escalofrío recorrió mi cuerpo. El miedo y la adrenalina recorrían mis venas. Una simple muñeca, ¿cómo narices ha podido desprender esa gota rojiza?
Pegué un brinco sobre la cama. Volví a abrir los ojos y comprobé que la muñeca no tenía ningún rastro de aquella lágrima. Los rayos de sol se colaban por la ventana, cosa extraña, pues según mi madre decía cerrarla a la perfección.
Mi cabeza estaba echa un lío; ¿Habría sido un simple sueño, o simplemente una breve realidad?

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⏰ Última actualización: Jan 23, 2016 ⏰

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