A la mañana siguiente desperté y me apresuré para ir con Kevin y decirle todo lo que tenía planeado para ese día.
- Ir al cine y ver la saga de Crepúsculo, ir a que compres un iPod con el dinero que has ganado de ayudar a mi abuelita, comer en una pizzería...
- Planeas que hagamos eso, ¿todo hoy?
- Sí.
Kevin hizo una cara absurda pero fingí no haberlo visto. Compramos los boletos para ir al cine y justo a la mitad de la película volteo y veo a Kevin dormido y roncando. La gente volteaba y lo callaba, y yo, me llevaba toda la vergüenza.
- ¡Pero qué película más aburrida!- dijo Kevin en tono burlón.
- ¿Cómo es que la ves con los ojos cerrados? No me explico eso.
- No sé de qué me hablas. Escuché cada uno de esos diálogos tontos adolescentes.
Ambos reímos. Después arribamos en un buffet de pizzas y probamos cada una de las que había: pepperoni, hawaiana, mexicana, etc.
- Esto sí es buena comida.
- Hasta que coincidimos.
- ¿Qué sigue?
- Ir a la tienda de música.
Fuimos a la tienda de música y le enseñé algunas de mis bandas preferidas a Kevin, su cara era muy extraña como si fuera una especie de música egipcia, pero ahora que lo pienso así, para él tal vez sí fuera así.
- Esperemos que en Júpiter se pueda oír.
- Créeme, en "Júpiter" tenemos más tecnología que aquí.
- Ajá.
Dieron las 6:30 pm y ya empezaba a oscurecer.
- ¿A qué hora te irás?
- No lo sé, tal vez en 3 horas, no tengo idea.
Nos sentamos en el pasto, en "El Bosque" justo en el mismo lugar donde había empezado a dibujar la noche que cayó su nave espacial, ovni mejor dicho.
- ¿Dónde está Vaner?
- No sabría ubicarlo, no soy muy bueno en matemáticas.
- ¿Matemáticas? Eso no tiene nada que ver.
- ...Rayos.
Sonreímos. Pero a la vez estaba triste de que se fuera a ir.
- ¿Piensas volver Kev?
- Es lo que quiero, pero no sé.
- Tienes que volver pronto.
- Lo sé.
- Prométeme que no olvidarás nada Kevin.
- Tengo mala memoria, tal vez hasta olvide cómo hablar en español.
- Muy gracioso.
- Lo prometo.
Recargué mi cabeza en su hombro y así estuvimos al menos 30 minutos.
- Creo que va siendo hora de irnos- dijo Kevin.
Inesperadamente, lo abracé. Jamás pensé encariñarme tanto con una persona que no conocía de tanto tiempo.
De pronto, un hombre, vestido de una manera muy elegante se aproximó a nosotros.
- Hora de irnos.
Kevin se quedó callado e ignoró al hombre calvo.
- Hasta luego.
- Te quiero Kev- besé su mejilla mientras tomaba su mano.
Después, él la soltó.