En ese entonces, en el tiempo que Juana había comenzado a chatear con Marcos, ella estaba un poco excedida de peso y esto le causaba varios problemas: la aislaban en el colegio, se miraba en el espejo y no se sentía cómoda consigo misma, no podía ponerse la ropa que quería, comía con una nefasta culpa. Deseaba que algún ser místico le quitara varios kilos...pero no, ningún ser místico la escuchó. Además no tenia persistencia para los retos de ningún tipo, no se le había cruzado por la mente ponerse en plan de dieta. Su relación con la comida era del tipo amor/odio. Y ya años anteriores sus pares se habían encargado de ponerle varios apodos. Todo eso la llevó a dudar si ir o no a la cita con Marcos. Estaba totalmente insegura y se afirmaba a si misma que este la iba a rechazar, tal como lo hacían sus compañeros de colegio. Es muy lindo para mí, no puedo verlo, no, no. Su mente estaba en caos, deseaba conocerlo pero tenía mucho miedo, las criticas implícitas o explicitas bajaban su autoestima de una manera muy fácil.
Era el día acordado para la cita y Juana había decidido ir, tres horas antes de las nueve de la mañana. Miles de emociones se le pasaban por la mente. Deseaba con todas sus fuerzas conocer a alguien que la valorara, a alguien que la hiciera sentir especial. ¿Y si ese alguien era Marcos? Así que se puso firme, dejó los miedos de lado y sin vacilar optó por ir al encuentro con ese chico venezolano. Se despertó a las siete de la mañana, se levantó de la cama y lo primero que hizo fue abrir su armario. Este pantalón va a combinar con esta campera, no se me va a notar tanto la panza. Estuvo una hora decidiendo qué ropa ponerse y media hora mirándose en el espejo, la media hora restante fue utilizada para pensar cómo iba a saludarlo, qué iba a decirle, qué iba a contarle... Finalmente agarró monedas para el colectivo y puso los auriculares en sus oídos; el álbum Let Go de Avril Lavigne sonaba a un alto volumen mientras Juana iba rumbo a la parada del colectivo. Apenas subió al vehículo le llegó un mensaje que, apenas lo leyó, la dejó atónita y más tonta de lo que estaba.
Hola hermosura, nos vemos a las nueve en donde acordamos. Espero no me dejes plantado. Beso grande grande...
Obvio que no lo iba a dejar plantado, y más después de leer ese mensaje. En su cabeza retumbaba la palabra hermosura, era la primera vez que un hombre la halagaba y no sabía cómo accionar, qué responderle, es por eso que simplemente no contestó nada. Estaba experimentando y estrenando sentimientos y emociones que nunca había sentido, se hallaba más que nerviosa y su estomago libraba una batalla de estúpidas mariposas. El viaje que duró cuarenta minutos se le hizo muy corto porque claro, cuando uno tiene la mente ocupada los segundos vuelan y, justamente, ella estaba ocupada pensado en el muchacho que le propuso la cita.
Finalmente, cuando Juana se bajó del colectivo, sus manos transpiraban y de los nervios le dolía el estomago. El vehículo la dejaba a seis cuadras del lugar donde habían acordado la cita, así que con nerviosismo camino lentamente mientras escuchaba música. Cuando llegó estaba él ahí, sentado al lado de la catedral.
-Hola-dijo ella cortante y nerviosa.
-Hola, ¿vamos por un café?-le respondió él con su masculina voz.
Caminaron tres cuadras hasta encontrar un McDonald's. En ese lapso ninguno de los dos se dirigían la palabra de los nervios que tenían, pero si se miraban de reojo. Marcos era un tipo alto, trigueño, bien masculino, su aspecto físico volvía loca a Juana. Es más lindo de lo que pensé. Mientras caminaban ella se hacía miles de preguntas, hasta que por fin llegaron a la casa de comidas rápidas.
-Un café con dos tostados para mí, por favor. Y vos Juana, ¿qué queres para desayunar?
-Un jugo de naranjas y un tostado estaría bien...- respondió y atinó a sacar la billetera de su cartera.
-No, no. Yo invito.
La caballerosidad de Marcos hacia que el fuero interno de Juana gozara de una alegría desconocida. Era la primera cita que tenia y sentía que estaba frente al hombre correspondido. Aun así, sus nervios persistían y se evidenciaron más cuando se sentaron a la mesa.
-Juani, ¿cómo viajaste?-le preguntó Marcos utilizando suavemente su diminutivo.
-Bi...bi...bien. ¿Vos?-contestó ella y preguntó, tartamudeando.
-Bien. ¿Estás nerviosa, no? Jaja, tranquila.
-Un poco...
-Un poco mucho...
-Basta, jaja.
De a poco la tensión disminuía y entre risas cómplices intercambiaban palabras.
-Tenía muchas ganas de verte, estaba ansioso y nervioso.-le dijo él con el ceño fruncido.
-Yo también tenía ganas de verte-asintió Juana con la voz un poco quebrada-y también estaba ansiosa y nerviosa, es más, no pude dormir bien.
-Uy, ¿queres irte temprano hoy así descansas?
-No, gracias. No tengo sueño.
-Bueno, está bien. Cualquier cosa me avisas.
Ambos estuvieron una hora hablando en la casa de comidas rápidas. El dialogo de a poco era cada vez más fluido, la timidez se iba marchando con cada segundo transcurrido. Hablaron sobre deportes, sobre arte; Juana le comentó las muchas ganas de terminar el secundario que tenia, él le habló sobre su carrera. Cada palabra que emitía Marcos era para Juana como un canto de los dioses, le prestaba mucha atención pero aun así se perdía entre su dulce y masculina tonada venezolana. Al cabo de una hora decidieron caminar un rato por el centro, ya habían desayunado y las ganas de conocerse el uno al otro sobraban. Estuvieron quince minutos dando vueltas hasta que el muchacho frenó en una plaza e hizo algo que Juana no olvidaría jamás...
-Juana, no puedo, no me aguanto.-al finalizar la frase, Marcos la tomó de la cintura y la besó apasionadamente. Convirtió algo fugaz en eterno, pues ella jamás se olvidaría de ese beso sabor mentolado.
Era su primer beso, su primer acercamiento carnal con un hombre. Miles de sentimientos golpeaban la puerta de su corazón. No le importaba que ese hombre fuera mucho mayor que ella, no le importaba en absoluto, solo lo quería para ella, se iba a entregar completamente a su santa devoción. Tampoco sentía culpa por haberle mentido con la edad, tenía mucho miedo que este la rechazara.
Por consiguiente, luego de ese romántico beso, Marcos le preguntó a Juana si quería ir al cine que tenían a unas cuadras, no quería despegarse de ella. Juani (tal como le decía él) asintió sin dudar y se fueron juntos a ver una película. Bueno, en realidad fueron a "ver" una película...se pasaron besándose y abrazándose durante toda la proyección. Al finalizar el film, Marcos, como todo caballero, la acompañó hasta la parada del colectivo y la despidió con un fuerte beso en la boca.
Si, Juana había traspasado las barreras del enamoramiento y se sentía más plena que nunca. Estaba en la cumbre máxima de la felicidad y no iba a dejar que nada ni nadie opacaran eso.
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Psiquicamente Juana
Mystery / ThrillerJuana vive perdida en su mundo, en un mundo solitario. Sin embargo, su vida cambia completamente cuando decide llevar a cabo una de las decisiones más cruciales de su vida. Allí conoce a un grupo de personas diagnosticadas según el DSM (Manual diagn...