Sintió un cosquilleo en la mejilla y despertó de sobresalto. Al voltear a su lado derecho se encontró con la mirada de una niña de unos diez años que quitaba sus dedos rápidamente de la cara de Akame. Ella se hallaba recostada sobre una cama sin sábanas dentro de una celda bastante espaciosa, la cual finalizaba en una reja de gruesos barrotes de hierro.
-Al fin despiertas, Akame. Bienvenida al palacio virreinal -le dijo la niña, sonriendo siniestramente.
Akame se dio cuenta de que la niña la llamó por su verdadero nombre; creyendo que podría ser algún antiguo miembro vengativo del viejo Imperio, de inmediato saltó de la cama, esquivó a la niña e intentó correr para ir a buscar a Murasame. Corrió hacia la reja y estaba a punto de lanzar una patada hacia esta cuando escuchó que le hablaban.
-No encontrarás a Murasame en ninguno de los rincones de este edificio, te lo advierto -le dijo la niña.
Akame se detuvo en seco. La niña conocía no sólo su verdadero nombre, sino también el nombre de su teigu. Era lógico pensar que esa chiquilla tenía algo que ver con la virreina, después de todo, ¿quién más si no el ejército revolucionario o los ya prácticamente extintos bastiones de la administración del antiguo imperio podían conocer los nombres de esas armas?
Akame tenía que sacar de esa niña toda la información que pudiese. Volteó lentamente y posó su ardiente mirada sobre la de ella. En ese momento Akame se dio cuenta de algo que no había notado antes: sobre su cabeza la niña lucía un extraño accesorio dorado formado por una especie de diadema que recorría su cabeza por su parte media, desde la nuca hasta la frente, y sostenía en el centro una vara de veinte centímetros que culminaba en un ojo morado, de vidrio al parecer, el cual despedía un suave resplandor color lila; del extremo que llegaba a la frente surgían dos pequeñas láminas en forma de "Y" que se pegaban a la piel.
La asesina observaba fijamente el accesorio, y al percatarse de esto la niña sonrió maliciosamente. El ojo del adorno se iluminó brevemente con un gran destello púrpura; entonces, ante los ojos de Akame aparecieron imágenes de su fallecida hermana Kurome, la mayoría de ellas felices, de cuando aún seguían juntas. Y al final, culminando dramáticamente aquella visión, la escena de su muerte. Pero a pesar de esto la joven no se inmutó. Seguía tan calmada y silenciosa como acostumbraba ser, como cuando está a punto de enfrentar a un enemigo a muerte.
Cuando la chica de ojos rojos salió de esta ensoñación, para su sorpresa, ya no estaba en la celda, ahora se hallaba en una amplia habitación de paredes rosadas, con muchos muñecos de peluche y almohadas de colores pastel esparcidas por el piso de marmol blanco.
Estaba de pie, y frente a ella, culminando unas escaleras que ascendían dos metros, aparecía un trono de hierro negro empotrado sobre una base forrada de terciopelo rojo, en el cual estaba sentada la niña del accesorio brillante, encima de un almohadón rosa con lunares verdes, acosando con sus ojos púrpura a Akame, con su barbilla apoyada en su mano izquierda y el codo descansando en el descansabrazos del trono.
La niña se despejó el rostro echándose para atrás su rubio y rizado cabello y comenzó a hablarle a Akame.
-Parece que estás un poco confundida.
Akame no quitaba su mirada del accesorio. Estaba segura que ya lo había visto antes. No respondió al comentario de la niña.
-¿Te gusta mi teigu? -preguntó sarcásticamente la pequeña sonriendo de forma traviesa e infantil.
Akame abrió mucho los ojos, sorprendida ante esta interrogante. Una teigu. Así que por eso conocía ese adorno, lo había observado antes en una de las ilustraciones de un libro sobre teigus que tenían en la base de Night Raid.
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Akame ga kill! -After the darkness
FanfictionDespués de que se derrocara al emperador Makoto y al ministro Onest, el imperio tomó un nuevo y muy positivo rumbo; sin embargo, ¿qué fue de aquella chica de ojos rojos que peleó casi hasta la muerte por el bien de la revolución y que al final tuvo...