Capitulo 1 "El Beso que deja La Muerte"

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Siempre me pregunte porque la noche era eterna algunas veces y en otras se esfumaba como si de humo se tratase y era remplazada por el insoportable sol de la mañana. Un pensamiento que solía invadirme mucho cuando era joven, me podía quedar horas en la cama pensando en ello, aun recuerdo los gritos de mi madre pidiéndome que dejara de fantasear y me alistara para llegar temprano a clase.

Nunca me puse a pensar lo mal que usaba la palabra eternidad, no tenía idea de lo que era tener algo eterno.

Mi madre se llamaba Marian, era muy hermosa para considerarse humana pero sin duda lo era, poseía unos hermosos ojos color marrón con unas pestañas que te dejaban en claro que ella no necesitaba de rimel o enchinador, su sonrisa ¿Cómo olvidar su sonrisa? Tan llena de vida y una que otra ironía.

- Elizabeth - Pronuncio mi nombre con paciencia- arriba.

Así solía despertarme, susurrando mi nombre como lo que más quiere en el mundo, pasaba su mano por mis cabellos y apretaba con cariño mi mejilla poniéndola de un suave color rosa, se marchaba unos minutos después segura de que me había despertado y bajaría en unos 10 minutos.

Me costaba ponerme de pie, las sabanas blancas me suplicaban quedarme y a esa edad era una petición muy tentadora. Era joven en aquel entonces, apenas una niña si me preguntas, 15 años, aun no había vivido, aun no sabía bien a lo que se refería la palabra eternidad, el deseo aun no lo comprendía y simplemente no me pasaba por la cabeza nada de ello.

Poniéndome de pie en mi rutina de las mañanas siempre estaba en primer lugar ir al baño para lavar mis dientes. El baño de mi recamara era color crema con ciertos adornos en rosa pero no siempre les prestaba suma atención, no, siempre en lo que más me fijaba era mi reflejo en el espejo de mi lavabo, amaba ver mi reflejo en ese pequeño ovalo.
Una joven de cabellos cobrizos ondulados un poco alborotados por el despertar y la mala maña del sol de llegar e iluminar todo a su alrededor, mis ojos verde claro con una espesa cortina de pestañas bien heredadas por parte de mi madre, mi tono de piel era blanca como la porcelana con ciertas manchas rosadas en las mejillas y unas pecas adornando un poco aquel aspecto inocente. Era delgada y no era muy alta pero tampoco era una tachuela, me defendía, tenia pésimo carácter eso sí pero bueno a esa edad yo era una completa ignorante.

Tenía tres hermanos mas, dos mayores y una pequeña hermana menor. Mi hermana Diana era la mayor, estaba estudiando su carrera de medicina por lo que pocas veces la veía, decía que tenía mucha tarea. Mi hermano Nicolas estaba a punto de terminar la prepa y por fin ir a la universidad para seguir los pasos de mi hermana mayor. Mary, mi pequeña hermana apenas tenía 4 años de edad, se la pasaba metiéndose en mi cuarto y buscando mi compañía para jugar con su amado juego de té de porcelana que le había traído mi abuela.

Yo en ese entonces me encontraba terminando tercero de secundaria, solo me quedaba un mes de escuela, en un mes se acababa todo y yo no lo sabía.

Los desayunos en esa casa eran tan cálidos y rutinarios, Mary corriendo de un lado a otro con su pequeña tetera y mi hermano con su libro de medicina, de mi hermana, claro que cuando se diera cuenta que le faltaba estallaría como un corazón en un paro cardíaco.

- ¿Café o té? - pregunto la mujer a cargo de todos.

- Café - dije tomando asiento

- Muy bien té entonteces - reí ante aquella mujer.

Realmente nunca me puse a ver con precisión cada detalle de mi vida como humana y no sabes cómo me arrepiento, no recuerdo con exactitud el color de los aretes de mi mama, ni el tono de rosa de su blusa o el anillo que solía dejar al lavar los trastes, no recuerdo si era de plata u oro, si poseía algún grabado o era liso, no recuerdo aquel colorete que solía ponerse en los labios en las mañanas del lunes.

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⏰ Última actualización: Jun 29, 2017 ⏰

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