Dejo caer una lágrima por su mejilla, ella no lo sabía pero él la podía observar y se sintió impotente. Detestaba verla sufrir. Esa tierna piel, ese dulce rostro, su cara se ponía toda colorada cuando lloraba, y de esa manera la encontraba adorable, pero el hecho de verla mal era algo que lo descontrolaba.
Se sentía triste y desesperado por decirle algo, cualquier cosa, lo que sea con tal de sacarle una sonrisa, pero no podía. Ella lloraba desconsoladamente, y él solo podía limitarse a observarla, nunca en su vida se había sentido tan impotente como en ese momento, pero de hecho eso era lo que justo le faltaba en ese momento; vida.
Sin pensarlo mucho se acercó a ella he intento secarle las mejillas pero su mano traspaso su piel, se puso de pie y se alejó de ella gritando exasperado, estaba casado y abatido por esa tortura. Un movimiento en la cama le hizo levantar la mirada, y pudo ver que ella estaba mirándolo fijamente.
Su corazón dio un salto cuando ella se puso de pie y comenzó a caminar en su dirección. Él no podía creerlo, pero estaba sucediendo ¡Finalmente ella volvía a verlo! Por fin se había dado cuenta de su presencia, y ella nunca volvería a estar sola porque el siempre estaría ahí para ella.
Ella finalmente llego a donde él estaba, pero para su sorpresa siguió caminando traspasándolo. Llego a la ventana, la cerró y se volvió a recostar en su cama.
"No importa donde estés, siempre te seguiré amando..." Fue lo único que dijo antes de quedar profundamente dormida.
El suspiro y algo parecido a una sonrisa se asomó por sus labios, camino despacio hacia la cama, y se recostó junto a ella.
-También te seguiré amando.
