Esa sensación de aprensión en el pecho. Ese sentir de que algo la esperaba, que algo la llamaba, que algo extrañaba... No era la primera noche que se iba a la cama con esos pensamientos en la mente, con ese sentir que la mortificaba, por lo que, ya se había acostumbrado, y sabía cómo no prestarle atención.
Se acostó en su cama y abrazó su almohada suspirando. La melodía de una cajita de música sonaba como si de una canción de cuna se tratase, llenando su corazón de sueños e ilusiones.
Sonrió de pornto abriendo los ojos, ya no estaba en su habitación y donde estaba había una densa neblina que no la dejaba ver nada.
Estaba sumamente oscuro y no sentía ni frio, ni calor. Camino sin rumbo quizá por días, quizá por horas, o quizá fueron solo minutos. Lo cierto era que en aquel lugar el tiempo se perdía.
Pronto escucho un sónido, el cual siguió hasta descubrir un arroyo. Este no era normal ya que brillaba intensamente que no reconocía. Nunca había visto cosa igual, de manera que decidió seguirlo cuesta arriba y se detuvo al ver que la neblina se disipaba.
El sónido de la brisa y los árboles que se movían por esta la hicieron mirar hacía atrás. Por alguna extraña razón, pese a lo confusa de su situación ella no tenía miedo, era algo más... algo que la llamaba.
Empezó a sentir un ardor en el pecho y llevando su mano derecha hacía el, empezó a frotárselo mientras caminaba cada vez más ansiosa.
Llegó a lo que parecia ser el final del bosque, encontrándose con una colina en la cual pudo ver el océano. Sorprendida, pero a la vez maravillada se acercó un momento para apresiarlo mejor. Al no haber luna se encontraba oscuro pero no tan bravo. La brisa, de pronto más fría al estar en lo alto de una colina, le atravesaba la ropa y la piel, llegándole a los huesos.
—Aquí —Al escuchar esa voz no pudo evitar la brusquedad con la que volteó a esta rápidamente hacía esta, sintiendo como los latidos de su corazón aumentaban, al igual que lo hacia el ardor en su pecho.
Al voltearse pudo verle finalmente.
Allí estaba él, sonriendo debajo de un gran árbol y a su mente le llegaron los recuerdos como flashbacks... y lo supo.
"Ya había estado aquí... ese árbol, el océano, esta brisa, este bosque, todo esto...".
Ambos sonrieron y ella dio el primer paso hacia él, pero al hacerlo él negó mientras le sonreia dulcemente y ella no comprendió hasta que vio su mano: Él estaba desapareciendo.
Ella corrió hasta él pero al abrazarlo notó que ya era tarde. Él había desaparecido por completo volviéndose destellos brillantes, haciendo que ella callera de rodillas al suelo.
Al levantar la vista todo a su alrededor estaba desapareciendo de la misma manera.
—¡N-no! ¡No! No... —Pudo sentir como en lo siguiente que dijo la voz le salió quebrada pero ya nada le importaba, le habían arrebatado todo —¡Ya... estaba a-aquí! ¡Estábamos aquí!
La voz se le fue apagando, el llanto desvaneciendo poco a poco. De pronto pudo sentir como el sol le molestaba a través de sus ojos cerrados, se los restregó para poder abrirlos, y sorprenderse al encontrarse nuevamente en su habitación, pero esta vez con algo diferente. Su imagen estaba claramente marcada en su memoria.
Sin peder tiempo estiró su mano y tomó la libreta que guardaba siempre en la pequeña mesa de noche y le dibujó lo mejor que pudo. Al finalizar empezó a pasar páginas mientras sentia cómo las lagrimas se deslizaban silenciosas por su mejillas. Al pasar página sonrío aguantandose un sollozo, el rostro de aquel chico estaba por todas las esquinas de aquella libreta.
Todo aquello no había sido solo un simple sueño, y supo que una vez más se encontrarían.