Eins: De como un humano dejó de serlo

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Era un día frío. Pero la temperatura no le importaba a nuestro protagonista, de hecho, no le importaba nada. Habían pasado ya 15 años, pero se negaba a enfrentarse a ello, sin duda, es imbécil. ¿Su nombre? Si a él no le importa, a nosotros tampoco habría de importarnos, a fin de cuentas, ese nombre solo le había dado problemas. 

A pesar de esto, necesitará un nombre con el que referirnos a él, así que... Bueno, ya lo voy pensando y os lo digo al final.

El caso es que en una de sus "variadas" tardes, nuestro protagonista estaba encerrado en su habitación, nadie sabía que estaba allí, de hecho, pocos le recordaban siquiera. Sus pensamientos eran aún más variados, pensaba en si debía ducharse (algo obvio, llevaba 9 días en la misma posición), si debía comer, si debía salir. Esto último me lo he inventado, no quiere ver a nadie. 

Sin embargo, no tendría sentido que os contase todos los monótonos días de nuestro protagonista, eso sería tan interesante como sus pensamientos. De modo que os voy a contar como un humano dejó de serlo. 

Era otro día frío, ¿Otro más?. Sí, pero este era un día distinto, este día nuestro protagonista tuvo un pensamiento diferente: Pensó en hace 15 años. Lo que pasó en esa fecha lo averiguaremos con el tiempo, pero pensó en ello, lo que no sabía en aquel entonces es que este solo pensamiento le provocaría atravesar hechos mucho más terribles que los de hace 15 años.

Si, pensó, pensó en ella, pensó en él, pensó en esos, y pensó en lo que haría ahora, en lo que él habría querido; él, que aún le seguía, siempre le miraba, siempre con sus ojos, esta vez eran 20 los que le miraban sobre esa terrorífica sonrisa. Tíndalo, así lo había bautizado nuestro protagonista, en honor a los Perros de Tíndalos, el relato lovecraftiano creado por Frank Belknap Long, ya que "...En sus cuerpos flacos y famélicos se concentraba todo el mal del universo. En realidad no sabría decir si tenían cuerpo, solo los vi un instante..." Y así esa Tíndalos, solo aparecía breves períodos de tiempo, y solo estaba ahí para recordarle todo lo que había hecho mal.

Pero esta vez todo fue diferente, esta vez no se acobardó y decidió salir a la calle. Ah... Si tan solo se hubiese acojonado y no hubiese atravesado el umbral... No os estaría contando esta historia.

Salió, y lo vio, vio lo que quedaba de todo, ya poca gente vivía en su barrio, alejado de todo el resto de la ciudad, los bares habían cerrado, hasta el único bar que llegó a frecuentar, el Julio, la última vez que estuvo ahí fue hace precisamente 16 años, no 15 esta vez. Anduvo, creo que no sabía a dónde iba exactamente a dónde se dirigía exactamente, pero sí sabía a donde no, a su casa. ¿Por qué? Por un motivo muy simple: le había prendido fuego. En serio, cada momento que pasa, me gusta menos este tipo...

Pero bueno, creo que ya es hora de darle un nombre...

Zakryt.

A fin de cuentas, se va a olvidar de él...

Una historia sobre un ser que se hace llamar humanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora