Capítulo 2.
Annette.
-¿Y bien? -inquirió Alice, captando mi atención.
Mi mente seguía divagando en el recuerdo de Brad, el chico al cual le rompí el corazón esta mañana. Me sentía terrible y aliviada al mismo tiempo.
-¿Eso fue todo? -preguntó una vez que la miré confusa, sin entender en qué parte del relato me había quedado.
-Oh, claro. Eso fue todo. -afirmé sin tener mucho más por agregar mientras nos adentrábamos al campus.
Ambas estamos en nuestro tercer año universitario como estudiantes de Arte. Somos compañeras de piso desde el primer día en que pusimos un pie en el lugar y logramos hacernos muy unidas gracias a compartir tanto la carrera como nuestro amor hacia la misma.
-Anne, sabes que eres mi amiga, pero debo admitir que no puedo apoyar lo que has hecho con Brad. -comentó mientras tomábamos asiento en nuestros respectivos sitios.
Teníamos clase de arqueología. Nuevo año y nuevas materias. Desgraciadamente sólo compartimos únicamente esta. Pudimos acceder a las optativas y mientras yo elegí asignaturas teóricas que son muy cargadas de contenido a nivel de lectura, ella escogió idiomas como francés, alemán e italiano. Esto sucede debido a que tenemos visiones diferentes en cuanto a lo que queremos dedicarnos. Yo aspiraba a publicar mis obras en reconocidos museos una vez que estuviera avanzada en la teoría y la práctica, cuando al mismo tiempo ella quería admirar el arte en otros países de manera profesional como consultora.
-Lo sé. -dije luego de haber suspirado. Dejé caer el peso de mi rostro sobre la palma de mi mano mientras la miraba rogando por compasión. -No me hagas sentir aún peor, por favor.
-¿Y cómo crees que se sentirá él? ¡Es un chico estupendo, lindo y bueno, no entiendo cómo puedes desperdiciarlo! -exclamó en susurros mientras se acercaba a mi con su tono de reproche tan familiar para mis oídos. - Eres muy fría a veces, Anne. Y lo sabes.
-Puedes quejarte de mi actitud todo lo que quieras, pero en mi defensa, lo intenté, ¿Sabes? Traté de sentir algo por él y no pude. -expliqué ahora tapando mi cara con ambas manos.
Este día iba de mal en peor. Prefería mil veces escuchar hablar al profesor de civilizaciones antes que a Alice sobre mis estúpidos amoríos.
-Entonces, ¿Por qué dejaste que durara tanto lo tuyo con ese chico? -quiso saber.
-No lo sé, supongo que soy una estúpida.
-Eso no responde a mi pregunta. Estás confirmando algo que ya sabemos. -comentó a medio sonreír, lo cual hizo que me riera. De repente sentí la necesidad de hablar seriamente.
-Creo -dije frunciendo mi ceño y haciendo una pausa, antes de tener un ataque de sinceridad, pensando en las palabras correctas para transmitir mi idea.- Creo que en el fondo me aterroriza estar sola, Alice. Pensé que teniendo a alguien en mi vida como Brad no me seguiría sintiendo así. Pero sí lo hacía. Sólo que evadía esto que te estoy confesando. Y, -mi voz se cortó.- Y yo no pude seguir haciéndolo. Ya no más. No podía seguir mintiéndome a mi misma, y mucho menos a él.
La mano de mi mejor amiga viajó desde su mesa hasta mi hombro para concederme un suave apretón seguido de una caricia.
-Hey, está bien, linda. Todos nos sentimos solos algunas veces, no eres la única. Y créeme que te entiendo cuando dices que no puedes soportar estar con alguien y sentirte sola al mismo tiempo. Hiciste lo correcto.
Sus palabras y sus caricias aliviaron la tensión de mi cuerpo. Le sonreí a labios sellados seguido de musitarle un inaudible "gracias". El profesor entró unos segundos más tarde, dando inicio a la clase. Al fin. Me reacomodé en mi pupitre y miré a la ventana para observar un cielo grisáceo oscuro. Supuse que no faltaría mucho para que la lluvia comenzara a caer. Y así fue. Desearía que hubieran sido unas leves gotas, ya saben, lo típico de Inglaterra, pero la lluvia parecía ser incesante y pronto se desató una tormenta. Para el final de las clases, no lograba contactar a Alice en su teléfono para volver juntas y me maldecí interiormente a mi misma por no haber portado mi paragüas ese día. Tenía que recorrer varios metros por el campus para llegar hasta al otro lado, el de las habitaciones, y no había forma alguna de que llegara hasta allá sana y salva con el agua que amenazaba con matarme de un resfriado a largo plazo. Me quedé inmóvil desde el pasillo principal, viendo como todo aquel que salía llevaba consigo un estúpido paragüas. Puse los ojos en blanco y me aferré a mi bolso. ¿Qué más podía hacer? Salí disparada y comencé a caminar a grandes zancadas por el césped verde. Mi chaqueta no logró mantener el calor de mi cuerpo una vez que se mojó por completo y mi pelo no tardó en empaparse. Podía apostar que lucía horrenda. Lo que sea que pensaba en ese momento fue interrumpido dado que una gran mano se apoyó sobre mi espalda e instintivamente me alejé unos pasos hacia mi izquierda, asustada. A mi derecha divisé a un joven alto, abrigado con una campera oscura que tenía piel sobre su cuello, seguido de eso observé una mano con un anillo en forma de H sobre el dedo índice, que rodeaba el palo de un paragüas color negro y por último, el rostro del desconocido al cual le caían unos pequeños rizos mojados sobre su frente. Me miró con un destello de diversión en sus ojos, al ver que lo observaba de forma muy curiosa.
-Tranquila, sólo quiero ofrecerte ayuda. -señaló el paragüas con uno de sus dedos.- Soy Harry. -se presentó el chico alzando su voz por el sonido ensordecedor de la lluvia mientras se acercaba con un sólo paso para cubrirnos con el objeto. Su voz grave y su fuerte acento delataba que era más bien un hombre que un simple chico. Por alguna razón me quedé callada varios segundos, perdida en la inmensidad del verde de sus ojos.
-Annette. -respondí dirigiendo la vista al paragüas y sonriendo a medias.- ¿A dónde te diriges?
-Al sector A de las habitaciones. Pero puedo acompañarte hasta tu sector.
-Sí, por favor. El mío es el A también. -dije asintiendo. Él sonrió, dejando a la vista una encantadora sonrisa.
-Vamos. -prosiguió mientras me ofrecía su brazo como agarre. Me aferré a él, sin cuestionarlo, mientras me detenía algunas veces a cambiar la dirección de mi mirada para observar su perfil en silencio. Debía admitir que me generaba cierta confianza, aún sin saber por qué. Y olía endemoniadamente bien, así que no tenía mejor opción que dejar que me acompañara.
Al cabo de unos minutos logramos llegar al sitio. Con su mano libre abrió la puerta para mi, dejándome pasar primero. Dentro las personas estaban iguales de mojadas que nosotros dos, o peor. Harry sacudió desde la entrada el paraguas y lo ató con su respectiva cinta mientras que yo sostenía la puerta, esperándolo a que pase. Alzó sus ojos cuando terminó y me ofreció una sonrisa. Me hice a un lado y comenzamos a caminar por los pasillos.
-Gracias por lo de recién. Fue muy cortés de tu parte. -logré decir mientras me abrazaba a mi misma, aún sintiendo frío.
-No fue nada. Me alegra haber servido de ayuda. -respondió adentrando sus manos en los bolsillos traseros de su jean.
Paré en seco y señale mi puerta.
-Aquí está mi habitación. -anuncié mientras buscaba la llave en mi bolso.
-Oh, genial.
-Te invitaría a pasar, pero mi habitación está hecha un desastre. -antes de que pudiera continuar, me interrumpió haciendo un ademán de negación con sus manos estiradas en el aire.
-No, no te preocupes. Creo que ambos necesitamos ponernos cómodos después de menuda lluvia. -ladeó su labio y me mostró un hoyuelo muy marcado. Dejé escapar una risa débil de mis labios y asentí.
-Bueno, te veré por aquí, Harry. -logré añadir, mientras acomodaba un mechón de mi pelo detrás de mi oreja.
Como acto seguido, el estiró su pelo hacia un costado, adentrando los dedos en sus rulos y peinándolos prolijamente.
-Claro, Annette. Que tengas una buena tarde. -lo vi girar sobre sus pies antes de dedicarme una última mirada, dejando tras su paso el olor masculino de su perfume en el aire.
Pronto sabría que mis palabras fueron como deseos a la orden.
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B.
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won't say goodbye. » hs. AU
Fanfiction❝Harry, ¿Te cuento un secreto? Sólo quien me hace pensar, puede hacerme sentir.❞ Créditos de la portada a la increíble: @ultrxviolencexx <3