1. Jugando con corazones.

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Capítulo 1.

Annette.

"Lo siento"

Sabía que vociferar mi lamento era en vano, pero fue todo lo que pude decir al ver su rostro tan decaído. Podía ver dentro de sus ojos grises cada emoción o sentimiento que lo avasallaba. El dolor, la desilución y por ultimo, la confusión; era demasiado obvio que él se encontraba devastado gracias a mi culpa.

-Yo... no lo entiendo. Creí, -Hizo una pausa mientras relamía sus labios y desviaba su mirada hacia la ventana, como si le resultara difícil el verme a la cara.- Creí que tu también sentías lo mismo. -Volvió a centrar sus ojos en mi y prosiguió diciendo:-Todos esos encuentros, todos los momentos que compartimos, Anne. Yo me estaba comenzando a enamorar de ti y ahora me dices que no puedo hacerlo porque no te sientes de la misma manera que yo. -Continuó mientras su mano derecha se apretaba lentamente en un puño para luego golpearla contra la mesa, provocando que me estremeciera del susto.- ¡Diablos! ¿No crees que es muy tarde para advertirme de ello? ¿Acaso crees que no tengo sentimientos? Pues a diferencia de ti, te informo que los tengo.

-Oye, Brad, podemos...

-¡No! -Me interrumpió bruscamente.- No me vengas con esa mierda de que podemos ser amigos, Annette. Porque ya me has dejado bien en claro que tú y yo no podemos ser nada, debido a tu carencia de sensibilidad. -Dijo el rubio masajéandose el puente de la nariz. Luego rió amargamente, sin una pizca de gracia en su voz.- No puedo creer cómo has jugado conmigo. Mereces un aplauso. ¡Bravo! -Exclamó sarcásticamente con rabia.

-Está bien, ¿Has terminado ya? -Me animé a preguntar, apoyando ambos codos sobre la mesa al cruzarme de brazos.- ¡Esto es ridículo! Sé que no debí haber dejado que las cosas llegaran tan lejos, pero Brad, eres alguien asombroso con quién disfrutaba pasar el tiempo. -Quise alcanzar su mano para tomarla por encima de la mesa, pero él simplemente la alejó. Bien, debo admitir que eso había dolido un poco.- Y no puedes simplemente haberte enamorado de mi, como dices estarlo, en tan poco tiempo. Escúchame, algún día encontrarás a tu chica indicada, que te quiera por todo lo que eres, tal como lo mereces, pero vamos, esa chica no soy yo y nunca lo seré. Sabes que no puedo darte lo que necesitas, créeme: no soy lo que necesitas.- Afirmé negando con la cabeza y mezclando mi café, nerviosa.

-¡¿Y tú que sabes del amor, acaso alguna vez lo has sentido por alguien?! -Refunfuñó cabreado.

-¡Basta, Adams! Cálmate o me largo de aquí. -Le anuncié, molesta.

-Bien, como tú digas. -Comprendió él, levantando una mano en señal de paz.- Sólo déjame decirte una última cosa antes de marcharme, Annette Donaire: El amor no sabe de tiempos, no tiene condiciones y no se puede medir. Llega cuando tiene que llegar y es como tiene que ser. Y algún día comprenderás lo que te estoy diciendo. -Me señaló con un dedo mientras decía su discurso, para luego ofrecermr una última y fugaz mirada seria metiendo su mano dentro del bolsillo delantero de su chaqueta, así sacó su billetera y dejó unos dólares sobre la mesa, dándome a entender que ese último café corría por su cuenta.- No podrás jugar con corazones toda la vida, Anne. -Me advirtió en un susurro mientras se levantaba de su asiento, se dirigió a pasos tormentosos hacia la salida y desde ese entonces, nada fue igual.

won't say goodbye. » hs. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora