2. La curiosidad mató al gato

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"Dormir es difícil cuando tu mente está llena de pensamientos..."

-Anonimo


Era el tercer sábado de Diciembre y había llegado el momento, pues estaba en el sofá de mi sala, esperando tan ansiosa por el último capítulo de mi serie favorita; ya tan rápido habían pasado cinco temporadas, y a su vez, cinco años de mi vida. Tenía planeado ser agente de la CIA desde los once, y aunque la mayoría de mis amigas se la pasaban viendo Crepúsculo, yo veía Homeland y más que nada, el canal de Discovery en donde sólo televisaban programas de asesinatos y esas cosas. ¿Qué le podía hacer? Era lo que me gustaba, y el pensar el por qué las personas cometían esos actos (que otras personas considerarían de mal gusto), a mí me interesaba saber qué era lo que pasaba en sus mentes en esos momentos, y también el que se preguntaran si valía la pena intentarlo aún corriendo el riesgo de ser atrapados. Debía aceptarlo, la gente problemática me atraía de cierta manera. También había pensado en tener una pareja como Peter Quinn en la CIA; diablos, cómo me encantaba ese hombre, tan centrado, tan valiente y tan guapo...

Cuando escuché el sonido de un perro ladrando, desperté.

De primera intenté moverme, pero era inútil, me dolía el hombro derecho y al hacer una mueca de dolor, descubrí que me punzaba la parte derecha de mi cara, arriba del pómulo. Intenté no tocarlo. Abrí los ojos poco a poco y pude darme cuenta de que estaba en un cuarto beige con dos ventanas enfrente de mi que iban del suelo hasta el techo; la cama en la que estaba recostada estaba entre dos burós blancos y la puerta a mi izquierda era del mismo color que el gran armario y las mesitas al lado de mí. Hice un intento por sentarme y mover mis piernas al borde de la cama, pero me sentía demasiado cansada, así que volví a acomodarme debajo de las sábanas y volví a dormir. Al instante escuché unos murmullos seguidos del sonido de la perilla girarse. Me acomodé de forma en la que le daba la espalda a la puerta y entrecerré mis ojos.

"... no le gustará, sé lo que te di-" el hombre fue interrumpido por su compañero al entrar en el cuarto.

"Cállate, no queremos que despierte ahora" contestó la otra persona yendo hacia las ventanas tomando su mano detrás de su espalda. Su voz era un poco ronca y más joven, lo que me hacía querer mirarle la cara. El hombre que seguía parado en la puerta, volvió a hablar y preguntó por qué. "Tiene que recuperarse" el otro contestó sin más, se dio la vuelta, avanzó junto con su compañero y salieron de la habitación.

Lo primero que se me vino a la cabeza fue Acacia, y luego Gary, y los demás, ¿se habrían preocupado? ¿Cuánto tiempo llevaba dormida? ¿Por qué me dolía la cara? ¿Qué hora era? ¿Quiénes eran estas personas? Tantas preguntas que se formulaban en mi cabeza hicieron que desgastara mi energía, pero me era imposible dormir, hasta que después de un tiempo, pude volver a descansar.

Entraron de nuevo al cuarto en donde los rayos del Sol estaban más que presentes y daban directo al borde de la cama. Miré al chico que entró y tallé mis ojos con rapidez para quitar la neblina de la mañana, o tarde quizás. Pero luego me di cuenta de que no traía mis gafas.

"Toma" dijo como si hubiera leído mis pensamientos. Me tendió mis lentes y dudé en tomarlos. "No muerdo". Dicho esto, los agarré rozando una pequeña parte de su mano y me los puse de inmediato. Pude notar por la voz, que él había sido el chico que había venido acompañado del otro hombre, y ahora podía ver su rostro a la perfección. En general, era un morocho con ojos verdes que medía seguramente poco más de un metro con setenta. ¿Él era mi captor? "¿Tienes hambre?" preguntó después de unos segundos, mi estómago contestó por sí sólo. Sonreí con pena sin despegar mis labios, a lo que él asintió con la cabeza y salió. Sentí curiosidad por el mundo de allá afuera, y no sabía si lo correcto era ir y asomarme, pues el ojiverde podía regresar en cualquier momento...

Me senté en el borde de la cama lanzando un gran suspiro que llevaba preocupación y ansiedad. Mis pies tocaron el suelo y gracias a los tines, pude apoyarme sin problemas en la fría baldosa, avancé hacia la puerta para asomarme con sigilo, y vi un pasillo gris en el cual habían varias puertas cerradas y enumeradas. ¿Serían habitaciones como en la que yo estaba? ¿Y si habían otras chicas? Di un paso fuera del cuarto y al darle una mirada a todo, arrastré mis pies hacia el final del pasillo en donde se encontraba una escalera. ¿Debía hacerlo?

Puse un pie en el primer escalón, y enseguida, puse el otro, sintiéndome emocionada, justo como una aventurera. Seguí bajando las interminables escaleras, y para mi sorpresa, al final de éstas, había un vestíbulo, sólo que sin estar presente una puerta principal, ¿acaso podía llamarlo como tal?

Avancé unos pasos hasta estar en medio de dos caminos, izquierda o derecha. Del lado izquierdo, se podía alcanzar a ver una cocina, pero del otro... Salté del susto por el sonido de un vidrio quebrarse, y al instante, empezaron a gritar.

"¡¿Qué?! ¡¿Cómo pudieron confundir a la chica?! ¡¿Acaso estoy trabajando con animales?!"

Después de que nadie respondiera, una voz temblorosa habló. Intenté acercarme lo suficiente como para reconocer una sala de estar y a cinco personas presentes.

"Pe-pensamos q-que..." dijo el más chico, se notaba claramente que le temía a la persona que me daba la espalda. El que estaba a su lado, contestó por él: "Esperamos a que la chica saliera de la cabaña, y era ella, la seguimos por el bosque y la atrapamos, como tú dijiste, Tim"

"¡Pues se habrán equivocado de cabaña, inútiles!" replicó el apodado Tim, se dio unos masajes circulares en las sienes y luego se calmó. Cosa que no me esperaba, se veía muy alterado. "¿Qué sugieren ahora? No la podemos dejar ir" preguntó con las manos en la cadera, y luego soltó un suspiro frustrado esperando a la respuesta de sus colegas. Se me hizo un nudo en la garganta y retrocedí unos pasos, sabía que no iba a terminar bien.

"Podemos deshacernos de ella" dijo el hombre al lado del chico, "de la manera fácil"

Esas palabras retumbaron en mi cabeza e hicieron que entrara en pánico, iban a matarme, ¡lo iban a hacer! ¡Tenía que escapar! Sentí que las vista se me nublaba a causa de las lágrimas que estaban listas para salir. Me di la vuelta para irme al dormitorio, pero había un chico muy grande, y antes de que pudiera hacer algo, me tomó de los brazos y cuando pudo sostenerme con una mano, me tapó la boca con la otra. Las lágrimas ya caían a cascadas sobre mis mejillas para luego atravesar la mano gorderta del monstruo de un metro con noventa. Éste me llevó a rastras a la sala y cuando le llamó Jefe a Tim, todos voltearon a vernos. 

Es ella, susurró la pareja de captores.

"Vaya, ¿qué tenemos por aquí?" preguntó Tim con una sonrisa pícara. El grandote al recibir una seña del jefe, me soltó, aunque mi llanto nunca paró. "Hey, hey, hey, ¿por qué lloras?"

No podía siquiera mirarlo a los ojos, me daba vergüenza, lo único que abarcaba mi vista eran mis pies sobre una alfombra roja. Tim levantó mi barbilla y cerré los ojos. No quería morir.

"¿Qué pasa?" murmuró de una manera suave y delicada. Abrí mis ojos y mi vista se desvió a otro lado que no fuera él. "Hey..." me llamó con dulzura. Intenté no hacerle caso, pero fallé y lo miré. Sus grandes ojos azules me miraban fijamente. "¿Qué ocurre?" volvió a cuestionar.

Mi labio inferior temblaba, y casi sin voz, contesté: "Quiero irme a casa"

Tim dejó mi barbilla y dio una vuelta al rededor de mí, evaluándome... Mientras que, los que estaban en la sala, observaban con detenimiento.

"Hmm... Te dejaré ir, pero sólo si haces lo que te diga" dijo cruzándose de brazos y alzando una ceja.

Lo único que me quedaba era asentir con la cabeza.

AbductedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora