capítulo 1

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-Aaron, ¿podrias llevar esto a la oficina por favor?

.¿Por que tengo que ir yo? Bien podrias ir tu y te tomaría la mitad de tiempo con esas patas largas de gallina que tienes ¿no?

-¡Ve y hazlo o te mando a tu casa!

-Como me ordene mi general

Cuando me acerque a el escritorio le hice una cara torcida y arranque a correr como alma que lleva el diablo

-¡Carajo, Aaron regresa aquí que te voy a enseñar de modales!

No pude evitar estallar de la risa. ¿Realmente piensa que voy a regresar? Ni loco.
Solo dejare esto y me largo. No creo que importe mucho si no hago la tarea... por decima vez, y llamen a mis padres por mala conducta... otra vez.

Si, saliendo de aquí me voy al arcade. Tal vez Julio(no se me ocurrio nada más) me deje quedarme hasta un poco después de que cierre.

La verdad no me importaría regresar y que me diera todo un sermón. Eso significaría que me podría quedar más tiempo y tendría una excusa perfecta para llegar tarde a casa aunque de todas formas no creo que les importe mucho si llego vivo o no. El problema seria básicamente que me diría exactamente lo mismo que todos los adultos que dicen que me conocen. <<Debes ser mas educado>> <<Muéstrale mas respeto a tus mayores>> <<Si quiera intenta ser amable>>

¿Por qué tengo que ser amable con los adultos? Ellos no entienden nada. Solo se encierran en su propio mundo y lo único que les importa son las apariencias que ellos tienen ante todos los demás adultos y al final no les importa lo que los niños piensan. Para ellos no dicen mas que cosas sin sentido y terminan ignorándolos y dejándolos a un lado hasta que quedan como completos extraños viviendo en la misma casa.

Avanzo unos cuantos salones al sur cuando escucho algo. Es raro, hasta donde sé a esta hora ya no debería quedar nadie mas que la Vieja y yo. Trato de encontrar de donde proviene el sonido ¿Es un violín? Eso parece.

En ese momento sentí algo dentro de mi muy extraño. Era tan impactante como un golpe pero en vez de dolor dejaba una sensación amena y tranquilizadora. Me sentía entre nubes y un calor intenso como de 1000 grados lleno mi pecho, pero no quemaba ni dolia, sino que dejaba una sensación calida. Tenia la tremenda necesidad de saber de donde venía.

Ya no caminando sino corriendo, avanzo hasta llegar a la sala de música. La puerta no tenia seguro y con la mano libre la deslicé suavemente con un poco de temor.
Cuando la puerta se abre completamente el sol me ciega por unos segundos, comienzo a abrir lentamente los ojos y lo único que puedo ver es una sombra.

La luz de los rayos del sol ilumina una cabellera castaña al compas del movimiento del violín.

Doy un paso para intentar verla mas de cerca pero unas de las hojas que llevaba se caen al suelo haciendo algo de ruido y ella se detiene. Me mira fijamente por unos segundos y yo a ella. Cuando intento decirle algo ella toma su violin negro y corre rápidamente empujándome y haciendome caer hacia atrás mientras los papeles se riegan por todas partes. La veo correr lejos sin poder moverme o decir algo.
Reacciono rápidamente y corro detrás de ella. Creo que jamas me sentí tan feliz de ser fuen en educación física. La alcanzo unos cuantos salones mas adelante y la tomo del brazo.

-¡Espera!-Grito en un intento por hacer que pare.

Ella solo voltea y vuelve a mírame. Esta vez logro ver un poco mejor sus ojos. Esas dos hermosas piedras color avellana que reflejan con gran intensidad la luz que los rodea.

Cuando abro la boca para decir algo...despierto.

La Quiero A EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora