Olvido

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El desierto cielo escondía el sol de la mañana los destellos del sol apenas rodaban el concepto luz, las veredas vacías y los pocos rostros pálidos eran amantes del nostálgico sentir del reflejo de su mirada.

Por el cristal de la ventana al ver los destellos de oscuridad habitada ya en cada persona perdida en esta ciudad, caminantes somos, solitarios y condenados a ser libres en las cárceles de nuestra miseria, encerrados en pensamientos vacíos o clausurados de nuestra memoria.

El café caliente del mañanesco aroma a melancolía, los sentimientos mezclados en la cabeza luchando por salir en busca del deseo perdido viviendo en la muerte de mi amor frágil y osado un amor ya muerto pero naciente en cada recuerdo vivido y recordado un amor ya perdido.

Una caminata hacia los jardines en dirección a los edificios abandonados en el sur de la ciudad, los árboles casi secos en plena primavera, las bancas deterioradas madera áspera al tacto del cuerpo, los suspiros se escapan del respirar y nace mi perdida mirada en vagos recuerdos de un paisaje inhabitado de los mas abstractos pensamientos imaginados por el mismo universo, los aleteos de las hojas volando el armonía con la lluvia brotando lágrimas danzantes en fin del camino de la muerte recogiendo los sentimientos perdido en rincones del mas grave dolor.

Un silencio abordaba el cuerpo mano al bolsillo, mirada fija al frente con las rodillas fallando por la edad, café en mano y las pocas personas en noche de meditación como lo era siempre, perros hambrientos correr y una señorita extraña pasando en la vereda del frente curiosos ojos avellana, luces en mares perdidos llantos inagotables por días vacíos sin perdida de cigarrillos, me dejo una mirada al verme y pensando tal ves en mi, puedo afirmar que aquella dama no era de estos lares del mundo, extrañas visitas ultimate ya han sucedido aquí bastaba mas, para que sus ojos nos visitarán, siguiendo mi camino a casa y sin aliento el boca tome el ultimo sorbo de café amargo y espeso saque las llaves, tome la perilla de la puerta y entre.

Nada raro hasta entonces, al ver el pasillo oscuro se notaba la frágil impresión que un observador inquieto por saber mi perdida vida, acercándome a ver el pasillo en tan gran oscuridad alejándose de mi la luz y cubriendo mi entorno iluminado encendí la luz y la sensación de miradas hacia mi se fue por unos momentos, ya acercándome al borde de la noche la madrugada caía el manos del cuerpo y los ojos debían de cerrarse el cansancio era momentáneo y la desesperación grande, habitaba en la gran lucha interna de miradas hacia mi.

Conclullo la noche y mi despertar fue dejando un choque de pensamientos desordenados cuyo propósito era sacarme de la cabeza esa extraña sensación en cada noche.

La mañana empezó con los gritos de la calle donde vivía, rodeado de sangre su cuerpo arrugado por las quemaduras, los ojos volteados y sus boca chorreando sangre se levanto entre el circulo de gente, camino en la dirección perdida tambaleando las rodillas y retorciendo la barriga se saco un pedazo de vidrio entre el pecho y cayó en muerte acabando con su dolor, soltó el vidrio y falleció diciendo, «las calles esconden un secreto»

-Disculpe, ¿lo conocía? Dijo el inspector alejándome de muerto.
-No respondí casi deprisa en voz desafiante
- su nombre. ¿Cual dijo que era? Agrego sonriendo estúpidamente
-No lo eh mensianado aun, disculpe debo seguir mi ruta conteste con la misma sonrisa
Me tomo del brazo y en un moviendo fugaz lo retire moviéndome a continuar mi camino

Todos los callejones llevan al centro de la ciudad donde se encontraban las prostitutas, ladrones y demás escorias de todo tipo, una ciudad así alejada de todo contacto con el mundo tenia que ser tranquila y cálida pero esta es fría, oscura y llena de gente corrupta de valores, yo iba en busca del asesino de mi esposa.

En una caminata hacia las profundas zonas oscuras y un extraño sabor amargo en mi boca, mientras mas pasos daba me sumergía en los gritos del tiempo matando mis agallas y con pensamientos vacíos me dispuse a encontrar la forma de vengar una muerte perdida por algún enfermo suelto por estas calles. Las miradas acechaban mi caminar los tacones de las meretrices golpeaban el suelo siguiéndome de cerca por la sombra del sol.

Los bolsillos vacíos y el anillo el la derecha, me rodearon en una esquina, el sudor en la frente corría contra el viento , los ojos tan abiertos como cafés se escaparon de golpe a sumergirse en el tiempo muerto que quedo en pasado hechos, sus ojos apagados y en lágrimas danzantes en fin del camino, susurro en mi oído una extraña metáfora en ritmo armónico con su cuerpo desangrado y casi agotado de muchas contra la muerte:
-las horas en silenció, mueren ahogadas en la cuna del naciente sol.

Los callejones se cerraron al anochecer cambiaron los aires y las nubes taparon todo rastro del camino hacía el centro. Mientras pasaba la noche las palabras de aquel hombre ya muerto rebotaban en mi pensar hora tras hora camine entre callejones y zonas ocultas por la ciudad, entrando ya a la madrugada pise los  pasillos de el hotel, caminado hacia l habitación los espejos y sonidos del lugar hacían de el una caminata larga al fondo de una perdición, en un forcejeo por girar la perilla con la llave voltee a mirarme en uno de los espejos rotos del lugar mi reflejo era cansado y obsoleto era una extraña sensación a  sumergirse en la vejez de un hombre ya acabado por dentro y todo maltratado por fuera, abriendo la puerta sentado ya en el sofá tome un café y entre cabeceos a dormir pensé en  lágrimas derramadas en los suelos, creí llorar pero la sonrisa no se iba de mi rostro creí estar delirando pero me sentía mas vivo y mas cuerdo de lo normal , en una parada en el tiempo mis oídos dejaron de escuchar la tormenta y mis ojos nublados por el destello de pensar y recordar empecé a una lucha entre el  karma y los  sentimientos mezclados en una serie de risas y lágrimas de dolor el tiempo corrió en busca de un futuro pero yo me estanque el el recuerdo de su mirada envuelta en mis manos, susurre su nombre y caí sobre la profunda oscuridad alejándome de la muerte y viviendo el castigo que azota la espalda del recuerdo.

DeliriosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora