Nos íbamos durmiendo, pero el movimiento del tren nos despertaba.
Miramos el vacío oscuro detrás de las ventanillas.
-¿Edad? ¿Nombre? ¿Algo?- dije.
-Mmm nada importa. Solo diré que mi nombre es fantasmal... Venecia.
-Un gusto Venecia, soy Arthur.-dije besando sus labios.
-Arthur eres encantador. Pero estas tratando con una loca, ten cuidado.
-Cuídame pequeña, cuídame de ti.
-No tengo intención de dañar, solo si se trata de mi.
-Venecia... eres rara pero raramente me gusta esa rareza.
Ella se puso de pie, luciendo sus piernas delgadas y el tren se detuvo.
-Aquí termina todo...
-Te acompañó a tu casa.
-Vivo en la nada.
-A la nada vamos entonces.