Capítulo 1: Entrada al internado

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Una pequeña maleta con algo de ropa y estar preparado para aprender el reglamento de principio a fin es todo lo que necesitas para ir a este sitio.
René, un chico de 14 años está a unos pasos de atravesar las grandes verjas que rodean el internado, lo hacen parecer una verdadera cárcel. Hay otros niños que van llegando poco a poco para entrar al lugar también, todos parecen iguales: expresiones tristes, lágrimas, incluso parecía que todos anduvieran al mismo tiempo creando así una melodía que recordaba a la triste despedida de un amante soldado que es enviado al frente, tan triste...
Parece que todos han entrado, las verjas son cerradas y el que parece ser el director aparece a las puertas del lugar.
-Bienvenidos, bienvenidos niños, al mejor internado de Suolbay, y el único. Espero que disfruten su estancia aquí y que cuando salgan estén hechos unos verdaderos caballeros o en el caso de las mujeres, unas respetables damas.-Dijo el director con una expresión risueña.
Había algo en él que inquietaba a René.
-Los caballeros por la derecha, y las damas por la izquierda -Señaló las respectivas direcciones y todos se dividieron.
Separaron a los chicos por edades y les colocaron en habitaciones dobles. Los de 10-13 años en el primer piso y los de 14-18 en el segundo. René entró en la habitación que le habían asignado, no había nadie cuando entró pero no mucho más tarde otro chico entró.
Tenía el pelo rizado y rojizo, sus incisivos superiores eran un poco grandes, llevaba unas gafas que le hacían parecer bastante intelectual y, como todos los demás, llevaba una pequeña maleta con algo de ropa.
-¡Hola!, me llamo Bruno, creo que somos compañeros de habitación -Sonrió y extendió la mano amigablemente.
-Sí, eso creo. Yo soy René, encantado. -Le estrechó la mano, sin expresar ninguna emoción excepto la que le causaba el haber entrado en aquel lugar.
-Venga, no pongas esa cara, ya estamos dentro y no podemos hacer nada, ¿Para qué lamentarnos? - Rió de nuevo pero René no pareció cambiar de ánimo.
-Bueno, allá tú. -Bruno se aproximó a la cama que estaba en el lado izquierdo de la habitación y empezó a sacar la ropa de su maleta, René hizo lo mismo con la suya. Cogió el uniforme que estaba cuidadosamente doblado sobre su cama, fue al baño a cambiarse.
Por un momento se miró al espejo, él también tenía esa expresión triste, que de algún modo hacía contraste con sus ojos marrón claro y no pegaba con esos labios que al sonreír tan bonitos eran.
Su pelo seguía peinado tal como su madre lo había dejado, con la raya en un lado y con cada pelo en su lugar. René odiaba ese peinado; deshizo el peinado y lo peinó con un pequeño tupé, típico de la época. Terminó de ponerse el uniforme y se dirigió a la habitación.
Por el camino una sirena se podía escuchar por todo el piso:
"Por favor, todos los caballeros acudan al salón de actos en el edificio principal"
René aceleró el paso y dejó la ropa encima de su cama.
-Hey, ¿Vamos juntos? -Dijo Bruno, que ya tenía el uniforme puesto.
-Claro, vamos.
-Ahora nos presentarán en el salón de actos. Creo...

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